viernes, 20 de mayo de 2011

LA LUZ DE UNOS "BESOS PERDIDOS"

               Una mañana vino a mis manos el libro Besos perdidos, delgadísimo, delicado. Llevaba con él unos minutos cuando llegó el autor, José Luis Jurado, estudiante de Bachillerato, un niño. Le pedí que me lo dedicara y lo hizo con este trazo de pincel: “Para J.A. Una llamarada”. Nos despedimos, sin que yo pudiera imaginarme lo que me llevaba a casa. Por la noche, al abrir sus escasas páginas, caí deslumbrado, como el que recibe una aparición. La “llamarada”…

           Seis poemas componen el librito, editado por Nicolás Ramos este año (gran poeta así tutor de José Luis), con una ilustración en la portada de Jesús M. Labrador. Se mueven en torno a la experiencia de la inspiración poética, la inteligencia creadora, el “sueño”, empezando por el asombro ante su llegada: “Me sobrecogí la primera vez / que el cielo se sentó a mi vera / y me miró infinitamente / con el sol al final de sus pupilas” (I); luego, el deseo de permanencia a su vera, bajo su cobijo: “Duérmete en mis ojos. / Anúdate desde los pies / hasta las alturas de mi cama, sueño.” (II); todo ello, para transmutar su persona: “Mi nombre será el tuyo, tu voz será la mía, / otro nombre, uno detrás de otro, podrás darme; / cambiaré de cara, de vida.” (V); y hacer que renazca su ser: “Y salgo de mi pecho / desperezándome de la vida, / afeitándome los sueños, / desayunándome las ganas,/ abrochándome los pies nuevos, / para salir de mi pecho, / para salir lleno de ojos, / ojos brillantes, brillos de luz.” (VI). El ave inicia así su vuelo, “para soñar a lo grande” (III).

           Casi en el centro, el poema IV vislumbra ya, desde la nueva atalaya poética, la vivencia amorosa, que espolea y sostiene la escritura lírica: “Soy todo lo que soy porque tú me haces / y me conviertes en intensidad; / me llenas de lujuria y me sueltas en tu boca…”. Este poema, en su relativa brevedad, posee más potente energía y superior vigor respecto a los otros: la musicalidad, fluida y suave en los demás, aquí se hace más torrencial, las sensaciones y sentimientos son mucho más crudos y extremos, la  excitación crece : “te vuelves deseo, mi fruta prohibida, / saliva en los labios, caricia violenta, / pasión desenfrenada, fuego”. 

     En general, la poesía es imagen, no pensamiento ni concepto; imagen y emoción, imagen que genera el sentimiento, del que brota. El poema no dice nada, pero lo sugiere todo; no explica, sino que muestra; no aclara, sino que conmueve; no desvela el misterio, sino que lo despliega en miles de sentidos. Gracias a José Luis, así ocurre en “Besos perdidos”. Y así hemos de leerlo, una y otra vez, porque tiene un sabor que no empacha, aunque colma. Dejémonos inundar por la abundancia de sensaciones, de imágenes bellísimas, nuevas, originales, brillantes, que van configurando escenas, relatos, reflexiones líricas…, siempre en forma de diálogo o conversación con un “tú”.            

           La preciosa colección de seis poemas, que desde el principio me supieron a poco, no compone aún una visión amplia, total, del mundo o de la vida. Son fogonazos  de cálida y hermosa luz (la luz   -la “llamarada”-  es elemento clave, símbolo central, en el imaginario poético de “Besos perdidos”), que algo del paisaje interior ya enseñan. El autor ha tenido el poder de encender los destellos  y la generosidad de regalárnoslos. Gracias, chaval. Poeta desde tu nacimiento, José Luis, tenemos ya nosotros toda tu vida (¡tantos poemas!) por delante.

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Reseña publicada en "La Crónica", 20-V-11.

3 comentarios:

  1. "El cielo se sentó a mi vera / y me miró infinitamente / con el sol al final de sus pupilas”. Detrás de estos versos hay un gran poeta. Tu comentario es muy atinado y muy bien elaborado, como es costumbre en ti.
    Un abrazo

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  2. Yo creo qué sí, que es un gran poeta en ciernes. Salud(os).

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  3. Gracias por este blog tiene una tema muy buena me gusta mucho leerle excursiones en estambul

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