lunes, 16 de septiembre de 2019

¿FESTEJAR A "EL TEMPRANILLO"?

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Como en años anteriores, me informo por La Crónica (nº 860, p. 19) de que “Alameda conmemora  el 186º Aniversario de la muerte de José María El Tempranillo con la IV edición de su Recreación Histórica”, organizada por la Asociación Cultural de Recreaciones Históricas que lleva su “ilustre” nombre y con la colaboración del Ayuntamiento de Alameda. José María Hinojosa Cobacho, “El Tempranillo”, aunque nacido en Jauja, fue muerto a cuchilladas por la Sierra de la Camorra, próxima a Alameda, población donde está enterrado.

https://secretolivo.com/index.php/2014/03/07/
jose-maria-el-tempranillo/
Durante la segunda mitad del siglo XIX fueron bastantes los bandoleros que cabalgaron por el campo andaluz, cuyos nombres, mejor dicho, apodos perduran aún en la memoria popular del sector social de más edad. Aparte de “El Tempranillo” (cuyo sobrenombre viene de que a la tierna edad de 17 años ya tenía dos asesinatos en su haber), podemos citar a José Ulloa “Tragabuches” (de Arcos de la Frontera), Juan José Mingolla “Pasos Largos” (de El Burgo), Diego Corrientes (de Utrera),  Francisco Ríos “El Pernales” (de Estepa), Luis Muñoz “El Bizco del Borge” (de El Borge), Curro Jiménez (de Cantillana), superestrella de la tan repuesta serie televisiva, etc., etc. Se citan también mujeres dedicadas al oficio: así, las que se aprovechaban antiguamente de quienes pretendían atravesar una solitaria sierra, las “serranas”, como la “Serrana de Tablada” del famoso poema del Arcipreste de Hita (s. XIV):
Díxome la moza:
«Pariente, mi choça
el que en ella posa
conmigo desposa
e dam’ grand soldada.

En la figura mítica del bandolero andaluz (o valenciano o catalán o vasco o gallego, toledano…, que en todas partes los hubo) se encarna, en cierto modo, la imagen del héroe romántico, del que un poeta español de la época, José de Espronceda, dibujó acertadamente un perfil esencial, tras el disfraz de pirata, en su famosa “Canción del pirata”:

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.

El bandolero, como el pirata, son seres antisociales, individualistas, malhechores que se autojustifican con una moral propia, hacen el mal y a la vez el bien, dando limosnas al pueblo encubridor, que los ensalza y les sirve de escudo frente a la autoridad y las fuerzas del orden, de cuya amenaza, persecución o proximidad –como la de las posibles presas– les informa sin descanso.
Se percibía, en la estimativa entre simplista e interesada de la gente más humilde, así como, paradójicamente, en el seno de una cierta élite cultural y artística, como un malo bueno (o viceversa), cuya existencia y cuya ocupación eran no solo tolerables, sino incluso imprescindibles; en todo caso, se le revestía de una bizarra presencia extraordinariamente atrayente. Esto es quizás lo peculiar de tal tipo de delincuentes en ese período: la impunidad, la admiración. Porque existir han existido desde épocas antiguas salteadores de caminos y propiedades en bosques y montañas, forajidos ayudados y encubiertos por quienes se beneficiaban de sus hechos.
Volviendo a la información periodística del comienzo, siendo conocedores todos los destinatarios de la noticia (y por supuesto todos los convocados a la fiesta en la localidad) de la profesión del personaje homenajeado, podría pensar alguien que la celebración estriba en recordar gozosamente la muerte liberadora, la anhelada desaparición de quien asoló los campos andaluces y cometió toda clase de fechorías en el ejercicio del bandolerismo. Pero no es así, sino todo lo contrario. Sorprendentemente, se trata de rendir homenaje a su figura, poniendo al pueblo en fiestas durante los días 20 al 22 de septiembre, programando actos y actividades, exhortando al regocijo, instando al júbilo…, en recuerdo y honor de tan celebrado bandido. ¿Cómo es esto posible?, me pregunto yo y se preguntarán otros.  ¿Cómo pueden dedicar un fin de semana a ensalzar orgullosos a un ladrón y asesino, como en otros lugares veneran al Santo Patrón San Cecilio o a la Virgen de la Esperanza?
Quizás se trate, especulo, de que son los signos de los tiempos, una corriente actual, palpable, por ejemplo, en el estrato político, donde hay tantísima gente con una larga mano que acciona impunemente, a la cual, no obstante, el ciudadano sigue votando e incluso admirando y tomando como modelo:“Yo haría lo mismo”. O bien, que los alamedanos se han inventado un señuelo  –creo que discutible al menos, según lo que he expuesto en los párrafos anteriores– para atraer turistas y visitantes en general que se dejen los cuartos, lo mismo que en otros pueblos celebran, con mayor ingenio, el Día de la Zanahoria Morá (Cuevas Bajas, primer domingo de diciembre) o el Día de la Haba (Villanueva de la Concepción, 27 de abril).


JOSÉ ANTONIO RAMOS


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