A propósito de la canción «Zorra», que parece va a representar a España en Eurovisión, quiero recordar una de hace bastantes años, cuarenta o cincuenta, con el mismo tema. Me refiero a «Yo no soy esa» de la celebrada cantautora española Mari Trini. Fue un gran éxito en aquella época, no solo por su calidad musical y la excelente interpretación, sino también por la defensa que hacía de lo que se viene llamando la liberación de la mujer frente al machismo imperante. Para mí, es lo mismo que viene a proponer la de ahora, tal como he tratado de mostrar en otro escrito mío de hace unos días (AHÍ TE QUIERO YO VER: ZORRA | EUROVISIÓN2024 (ramosjoseantonio.blogspot.com). Las diferencia el tono y en parte el enfoque, pero en el fondo creo que coinciden bastante.
La de Mari Trini presenta una primera parte cuyo contenido se resume en el título y se desarrolla en la primera estrofa:
Yo no soy esa que tú te imaginas
Una señorita tranquila y sencilla
Que un día abandonas y siempre perdona
Esa niña si, no
Esa no soy yo.
Luego es ampliado en la segunda y tercera:
Yo no soy esa que tú te creías
La paloma blanca que te baila el agua
Que ríe por nada diciendo sí a todo
Esa niña si, no
Esa no soy yo.
El patrón discursivo que adopta es el
diálogo de un «yo» elíptico (que incorpora ficticiamente la cantante
en sus actuaciones) con un «tú» indeterminado, su pretendida «pareja», a quien le
exige que cambie de parecer respecto al perfil femenino de aquel «yo» («yo no soy esa», «esa no soy yo»). La
imagen que pretende desterrar se dibuja de manera clara y directa con unas
cuantas pinceladas muy significativas («una señorita…», «la paloma blanca…»).
Desde su arranque, «Zorra» (de la que son
autores e intérpretes el dúo Nebulossa) es también la voz de una primera
persona que le habla a una segunda, para deshacer una imagen tradicional de
mujer:
Cambiar por ti me da
pereza.
Ya sé que no soy quien tú quieres,
entiendo que te desespere.
Es diferente, en cambio, el desarrollo que realiza uno y otro texto de ese tema: mientras en el de
Mari Trini se hace mediante negación, en el de «Zorra» se realiza afirmativamente,
describiendo la propia conducta y haciendo ver, a un tiempo, que es la que el «tú» califica con el
término inaceptable y duro, de «zorra»:
Entiendo que te
desespere.
Si salgo sola, soy la zorra;
si me divierto, la más zorra;
si alargo y se me hace de día,
soy más zorra todavía.
Estos versos puede que hayan llevado a
confusión a una parte del público y los críticos, que han visto en ellos la
aceptación del áspero calificativo y una especie de autoinculpación como «zorra». No es así. Se
desprende de todo el contexto que el vocablo procede del «tú», como una
acusación falsa e injusta. Es como si dijera: «Si salgo sola, me llamas zorra…».
En esta primera parte, el talante de la
letra de una y otra canción también es diferente, más comedido e incluso cortés
en «Yo no soy esa», más brusco y descarado en «Zorra». El mismo empleo de esta palabra,
que, frente a «señorita», posee gran fuerza comunicativa como
complejo de significados despectivos, contamina todos los versos y hace el
mensaje más recio, más combativo; me parece un tanto cercano al estilo, no
pocas veces agrio y desgarrado, del hip
hop.
En la segunda parte, se aproximan las
dos canciones, por cuanto, cada una a su manera, encierran una advertencia
expresa, casi una atrevida amenaza, a ese «tú» que tanto desconsidera a quien habla. Dice la de
Mari Trini:
Pero, si buscas tan sólo aventuras,
amigo, pon guardia a toda tu casa.
Yo no soy esa que pierde esperanzas.
Piénsalo.
La música de este fragmento realza su
contenido en relación con las demás estrofas, pues la melodía asciende en tono
y volumen.
La letra del dúo Nebulossa es esta:
Yo soy una mujer real.
Y, si me pongo visceral,
de zorra pasaré a chacal,
te habrás metido en un zarzal.
En el aspecto musical, son bastante
diferentes las dos canciones. La de Mari Trini es una especie de balada pop, algo delicada para el oído de hoy, tanto en la
melodía como en el acompañamiento orquestal. En «Zorra», se va repitiendo una misma frase
melódica, casi idéntica en prácticamente todos los versos, muy sencilla, un tanto plana, que la hace parecerse, también
en esto, al rap. En el acompañamiento
sobresalen los golpes de timbal (batería electrónica), que aportan un gran
dramatismo, por una parte, y un timbre como de bronco rugido, por otra. Estos
caracteres diversos se adecuan bastante bien al talante de los textos, de
sensibilidad también diferente.
En conclusión, se trata de dos canciones
reivindicativas, muy cercanas en cuanto a la queja y el propósito que expresan.
Buena parte de los rasgos que las diferencian se deben, quizás, a su
pertenencia a dos épocas relativamente distantes, en cada una de las cuales el
límite, en lo literario y en lo músical, de la «protesta» que plantean queda situado a
diversa distancia: «Zorra» representa un paso más respecto a «Yo no soy esa», a la
que la estimativa actual le achacaría falta pólvora.