miércoles, 7 de febrero de 2024

YO NO SOY ESA - ZORRA

 

A propósito de la canción «Zorra», que parece va a representar a España en Eurovisión, quiero recordar una de hace bastantes años, cuarenta o cincuenta, con el mismo tema. Me refiero a «Yo no soy esa» de la celebrada cantautora española Mari Trini.  Fue un gran éxito en aquella época, no solo por su calidad musical y la excelente interpretación, sino también por la defensa que hacía de lo que se viene llamando la liberación de la mujer frente al machismo imperante. Para mí, es lo mismo que viene a proponer la de ahora, tal como he tratado de mostrar en otro escrito mío de hace unos días (AHÍ TE QUIERO YO VER: ZORRA | EUROVISIÓN2024 (ramosjoseantonio.blogspot.com). Las diferencia el tono y en parte el enfoque, pero en el fondo creo que coinciden bastante.

La de Mari Trini presenta una primera parte cuyo contenido se resume en el título y se desarrolla en la primera estrofa:

Yo no soy esa que tú te imaginas
Una señorita tranquila y sencilla
Que un día abandonas y siempre perdona
Esa niña si, no
Esa no soy yo.

Luego es ampliado en la segunda y tercera:

Yo no soy esa que tú te creías
La paloma blanca que te baila el agua
Que ríe por nada diciendo sí a todo
Esa niña si, no
Esa no soy yo.

 

El patrón discursivo que adopta es el diálogo de un «yo» elíptico (que incorpora ficticiamente la cantante en sus actuaciones) con un «tú» indeterminado, su pretendida «pareja», a quien le exige que cambie de parecer respecto al perfil femenino de aquel «yo» («yo no soy esa», «esa no soy yo»). La imagen que pretende desterrar se dibuja de manera clara y directa con unas cuantas pinceladas muy significativas («una señorita…», «la paloma blanca…»).  

Desde su arranque, «Zorra» (de la que son autores e intérpretes el dúo Nebulossa) es también la voz de una primera persona que le habla a una segunda, para deshacer una imagen tradicional de mujer:

Cambiar por ti me da pereza.
Ya sé que no soy quien tú quieres,
entiendo que te desespere.

Es diferente,  en cambio, el desarrollo que realiza uno  y otro texto de ese tema: mientras en el de Mari Trini se hace mediante negación, en el de «Zorra» se realiza afirmativamente, describiendo la propia conducta y haciendo ver, a un tiempo, que es la que el «tú» califica con el término inaceptable y duro, de «zorra»:

Entiendo que te desespere.
Si salgo sola, soy la zorra;
si me divierto, la más zorra;
si alargo y se me hace de día,
soy más zorra todavía.

Estos versos puede que hayan llevado a confusión a una parte del público y los críticos, que han visto en ellos la aceptación del áspero calificativo y una especie de autoinculpación como «zorra». No es así. Se desprende de todo el contexto que el vocablo procede del «tú», como una acusación falsa e injusta. Es como si dijera: «Si salgo sola, me llamas zorra…».

En esta primera parte, el talante de la letra de una y otra canción también es diferente, más comedido e incluso cortés en «Yo no soy esa», más brusco y descarado en «Zorra». El mismo empleo de esta palabra, que, frente a «señorita», posee gran fuerza comunicativa como complejo de significados despectivos, contamina todos los versos y hace el mensaje más recio, más combativo; me parece un tanto cercano al estilo, no pocas veces agrio y desgarrado, del hip hop.

En la segunda parte, se aproximan las dos canciones, por cuanto, cada una a su manera, encierran una advertencia expresa, casi una atrevida amenaza, a ese «tú» que tanto desconsidera a quien habla. Dice la de Mari Trini:

Pero, si buscas tan sólo aventuras,
amigo, pon guardia a toda tu casa.
Yo no soy esa que pierde esperanzas.
Piénsalo.

La música de este fragmento realza su contenido en relación con las demás estrofas, pues la melodía asciende en tono y volumen.

La letra del dúo Nebulossa es esta:

Yo soy una mujer real.
Y, si me pongo visceral,
de zorra pasaré a chacal,
te habrás metido en un zarzal.

En el aspecto musical, son bastante diferentes las dos canciones. La de Mari Trini es una especie de balada pop, algo delicada para el oído de hoy, tanto en la melodía como en el acompañamiento orquestal. En «Zorra», se va repitiendo una misma frase melódica, casi idéntica en prácticamente todos los versos, muy sencilla,  un tanto plana, que la hace parecerse, también en esto, al rap. En el acompañamiento sobresalen los golpes de timbal (batería electrónica), que aportan un gran dramatismo, por una parte, y un timbre como de bronco rugido, por otra. Estos caracteres diversos se adecuan bastante bien al talante de los textos, de sensibilidad también diferente.

En conclusión, se trata de dos canciones reivindicativas, muy cercanas en cuanto a la queja y el propósito que expresan. Buena parte de los rasgos que las diferencian se deben, quizás, a su pertenencia a dos épocas relativamente distantes, en cada una de las cuales el límite, en lo literario y en lo músical, de la «protesta» que plantean queda situado a diversa distancia: «Zorra» representa un paso más respecto a «Yo no soy esa», a la que la estimativa actual le achacaría falta pólvora.

 


martes, 6 de febrero de 2024

ZORRA | EUROVISIÓN2024

Como muchos sabrán ya, la canción ganadora del último concurso musical Benidorn Fest es la que RTVE ha propuesto este año, según lo acordado, para participar en el popular Festival de Eurovisión. Tiene un título llamativo, que causa sorpresa: la palabra «zorra». Está siendo bastante comentada la decisión de Televisión Española e incluso hay quien cree que no será admitida por Eurovisión o tendrá problemas para serlo. Ya que está de actualidad, me propongo en las líneas que siguen exponer una breve información sobre el término y sobre la legitimidad de su uso, en general y en este contexto musical en particular.

El término «zorro» posee en español varios significados o grupos de significados. Uno de ellos, el más noble, diríamos, es el que nombra el animal de todos conocido, el odiado «cazagallinas» de muchos corrales, de la familia de los cánidos; su denominación científica es Vulpes vulpes, de donde el sinónimo «vulpeja»; también se le llamó «raposo». De todos los valores que recoge el diccionario de la RAE, el más despectivo o negativo lo adopta en femenino, y no es otro que ‘prostituta’. En esa misma obra académica aparecen más variantes semánticas, que posiblemente enlazan con ciertas características del animal que llamamos «zorro», pero que pueden aplicarse a otras especies e incluso a humanos: «cuco», «taimado», «perezoso», «lento», etc

El título de la canción eurovisiva se ubica claramente en el campo semántico relacionado con el meretricio. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el vocablo, sin salir de este ámbito significativo, ostenta acepciones menos duras o extremas, que son quizás las más frecuentes en el habla cotidiana: mujer de costumbres poco honrosas o de moral dudosa o laxa, fresca, resuelta, atrevida, ordinaria, desvergonzada’, sobre todo ―aunque no exclusivamente― en lo referente al sexo en sentido amplio. Según creo, es esta la perspectiva semántica que se atisba tras el nombre de la canción «Zorra», tal como se aprecia, además, a lo largo de las estrofas y el estribillo:

Si salgo sola, soy la zorra;

si me divierto, la más zorra;

si alargo y se me hace de día,

soy más zorra todavía.

 

En síntesis, el texto, de raigambre claramente feminista, es una invectiva contra la mentalidad machista, que menosprecia a las mujeres si se comportan huyendo de trabas y prejuicios trasnochados. Termina con una especie de advertencia, casi amenaza, que juega, ingeniosamente, con los términos «zorra» y «chacal»:

Yo soy una mujer real (zorra, zorra, zorra)

Y, si me pongo visceral (zorra, zorra, zorra,)

de zorra pasaré a chacal,

te habrás metido en un zarzal.

Algunos periodistas especializados han apuntado la posibilidad de que los responsables del festival censuren la letra y obliguen a los autores, el veterano dúo Nebulossa, que son también los intérpretes (María Bas, Alicante, 1968, y Mark Dasousa, Alicante, 1974), a sustituir o borrar algunas expresiones, basándose en una norma del reglamento que prohíbe los términos indecorosos u ofensivos. Ya ha ocurrido con otras, como por ejemplo con la canción española «Baila el chiki chiki», de Chiklicuatre. Sinceramente, yo no veo motivo que pueda fundamentar tal decisión. En efecto, la palabra «zorra», que, con fondo despectivo, puede representar un insulto en la comunicación diaria, no es utilizada aquí como tal ofensa, puesto que reproduce «lo que dicen, lo que llaman» otros, muchos, a las mujeres cuando, en opinión de ellos se salen de la norma, supuestamente indiscutible e inmutable. Es una palabra ajena, es un discurso que queda invalidado. Las cosas no son ya como creen algunos aún. Y continúa afirmando con orgullo, con tono de desafío:

Estoy en un buen momento (zorra, zorra),

reconstruida por dentro (zorra, zorra).

Y esa zorra que tanto temías se fue empoderando

y ahora es una zorra de postal (zorra, zorra, zorra)

a la que ya no le va mal (zorra, zorra, zorra),

a la que todo le da igual.

Lapídame, si ya, total,

soy una zorra de postal.

 

No veo yo mal gusto, ni injuria, ni insulto, ni agravio que lleve a suprimir tal o cual verso, de este conjunto que constituye un poema, de mayor o menor calidad literaria, esa es ya otra historia. Lo único que aprecio es una crítica cantada, por cierto con una melodía sencilla, pegadiza, penetrante, y una base de percusión intensa y poderosa, que le da un aire épico; una sátira que situaría en el grupo de aquellas denominadas hace décadas, en conjunto, «canción protesta», del que formaron parte artistas y obras de tanto mérito y talento. No estaría mal que volviera a estos tiempos aquella moda.

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