martes, 29 de marzo de 2011

POLIBASURA

          Hace unos cuantos años, en la primera legislatura de Zapatero, en una de las sesiones de control al gobierno, creo, tuvo Mariano Rajoy una salida realmente desafortunada. Muchos recordaréis el discurso en el que llamó “bobo ilustre” al líder del principal partido rival, presidente además del gobierno español. Aquel burdo ataque me lo ha recordado una actuación no menos irrespetuosa de un miembro del actual gobierno, biministro y vicepresidente, cuando se burló, el pasado día 23, de un diputado de la oposición como toda respuesta a una pregunta, también de control (*).  En ambos casos, los actuantes fueron premiados por las risas de sus respectivos coros, adornado además el segundo con unos gorgoritos a cargo del Presidente del Congreso.
http://radiopichardo.com/wordpress/index.php/2011/02/
las-excusas-mas-comunes-para-no-separar-la-basura/

          Estas cosas me hacen sentir bochorno y son las que me han llevado a proponer el neologismo “polibasura” (muy poco original, menos ingenioso, lo sé, pero necesario ya por desgracia), a imitación de lo que todo el mundo nomina “telebasura”, sabiendo lo que dice. La polibasura consiste, esencialmente, en descalificar al adversario en vez de atacar sus razones con pruebas, argumentos, explicaciones, datos, comprobaciones…, en la actividad dialéctica propia de la política. Lo que se busca es la desautorización del contrincante, al margen de qué sea aquello que este defiende o discute, pues en eso ni siquiera se entra: “Ustedes están obsesionados con mi dimisión, porque no han podido ganar en las urnas”. 

          La réplica sucia, que es como daré en llamar a la concreción enunciativa de la polibasura, utiliza varios mecanismos comunicativos:  a) La descalificación directa: “Usted no tiene ya credibilidad”. Una variante de este tipo es el que los antiguos apellidaban tu quoque  (“tú también”) y hoy se conoce como la “técnica del ventilador”: “Con los cientos y cientos de millones de los ERE, ¿qué significan esos tres simples trajes, que ni siquiera está probado, además, que se regalaran?”.   b) La descalificación insinuada: “Usted, señor Ministro, tiene imputado a su Director General y a varios funcionarios, y dice que no se enteró de nada. ¡Vaya!”.  c) La descalificación indirecta: “Estoy seguro de que dice usted la verdad, como siempre” (dicho con tono de ironía). En los tres casos puede acudirse, como sucede de hecho,  al humor, la ironía, la sátira, el sarcasmo, el retintín, etc.

          En la retórica clásica, el nombre que le daban a esta forma de debate basura, en concreto a la réplica sucia, era el de “falacia ad hominem”, es decir, falso argumento orientado a descalificar, incapacitar o desautorizar a la persona con la que se entra en contienda. Tenemos que distinguir dicha falacia del conocido como “argumento ad hominem”, o sea, un auténtico argumento, acomodado o creado especialmente a la medida del adversario. Recordemos que las falacias no prueban ni refutan nada; los argumentos, sí.
        
            Siempre ha existido la falta de juego limpio en la palestra pública. 
La polibasura no es algo de nuestro tiempo. Recordemos a los sofistas. Pero, al contrario que en la mili, la antigüedad no vale aquí como mérito. En mi opinión, denota esta forma de discutir una actitud muy poco elegante, menos respetuosa, bastante indigna  y, con frecuencia, situada al borde mismo de lo inmoral. En todo caso, es un mal ejemplo, que por desgracia cunde.

          La polibasura rebaja hasta lo ínfimo el nivel del debate político (y público en general), tan necesario y, teóricamente, tan enriquecedor. Por otra parte, la ineficacia de la réplica sucia salta a la vista: no niega, no debilita, no derriba… la afirmación del de enfrente, pues supone un desvío temático que deja intacto el valor de dicha afirmación. Es más, semejante desvío refuerza, y no niega, lo expresado por el otro, contra lo que nada parece tener que o poder decirse. Es una forma de callar y, por lo tanto, otorgar.

          La etapa que nos está tocando vivir adolece de una notoria ausencia de políticos de altura, lo que lleva, inevitablemente, a que sus actuaciones verbales presenten una enorme pobreza. Por eso, la vida parlamentaria, los mítines, las declaraciones, las ruedas de prensa (sin preguntas, por cierto), las entrevistas… parecen conformar a veces una especie de gran bolo de inservible farfolla y hedionda polibasura, sin más destino apropiado que el vertedero o el muladar.
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(*) Le dijo el ministro al pepero que se le podría cantar aquello de “Sin ti no soy nada…”. Caéis ya en la cuenta de la escena a la que me refiero, ¿no?

5 comentarios:

  1. Sí, en efecto, el debate político está cargado de estos defectos, y seguramente es uno de los elementos que más peso tienen en el desprestigio de la política y los políticos. Muy bueno tu artículo y acertado el cambio de imagen.
    Salud.

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  2. Gracias, Arcadio. Me he ceñido a la política, pero me huele (y nunca mejor dicho) que hay porquería dialéctica en otros muchos ámbitos. Salud(os).

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  3. ¡Hola! Siento el retraso, pero una amiga y yo te hemos contestado a algunas preguntas en SsV:

    http://www.silencioseviaja.com/2011/03/25/la-tumba-de-cantinflas/

    http://www.silencioseviaja.com/2011/03/29/hablando-de-arte/

    Se me acumulan las preguntas y no quería irme de DF sin responderte a ti.

    Un abrazo,


    OLI I7O

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  4. El término es correcto, pues refleja bien lo que se estila en ese mundo mediocre, insultón y ensimismado de la política regida por el principio de mantenerse en el poder o de acceder a él a toda costa. El ciudadano asiste, atónito el principio y después indiferente o hastiado, a la ruidosa ceremonia orquestada por mensajes paupérrimos en el que sistemáticamente incurren los que dicen representarnos. Personalmente, hace tiempo que he dejado de sentirme representado por personajillos de esa tribu endogámica y vulgar. El problema es que han situado el ejercicio de la política en tal nivel de bajeza que va a costar mucho, si es que eso se plantea alguna vez, situarla en el nivel de dignidad que le corresponde.

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  5. Estamos en periodo electoral y es mucho lo que todos se juegan. Hay que ser un poco benevolente con estas pobres criaturitas que tanto "se desviven por resolver nuestros problemas". ¡Hace tanto tiempo que dejé de creer en esta gente! ¡En todos!
    Un abrazo

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