domingo, 16 de mayo de 2010

TONO MITINERO

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Ya desde la anterior legislatura, se viene comentando que el Partido Popular en general y Mariano Rajoy en particular hacen una oposición bastante ineficaz. Así, pese a que, en las últimas encuestas sobre intención de voto, la diferencia de respaldo entre los dos grandes partidos va desde los 9 a los 12 puntos a favor de los populares, la distancia no se debe tanto a la subida de éstos, como al descenso de los socialistas (en favor de IU y UPD). Además, Rajoy no se recupera del suspenso en el apartado de valoración. ¿Qué ocurre con la formación conservadora para que no despegue claramente, como cabría esperar en las actuales circunstancias, marcadas por la grave crisis económica, fuente y origen de tantos problemas internos y externos? Muchos dicen que el descrédito del gobierno, sólo eso, bastaría para que el oponente lo hubiese dejado muchísimo más atrás en los sondeos, de modo que se situara con holgura en la mayoría absoluta y sobrepasara al PSOE el doble de lo que lo hace ahora, mediante la apropiación directa de los votos del centro izquierda. ¿Por qué no ocurre así?

Como en todas las situaciones complejas, resultado de múltiples factores y procesos, aquí es imposible limitarse a un único motivo. De hecho, los analistas que han abordado la cuestión, señalan múltiples causas. Una de las más destacadas es lo que, globalmente, suele denominarse “estrategia”, la aplicación de una “estrategia equivocada”. Quiere decirse que la organización conservadora sigue un procedimiento global erróneo para llevar a cabo la misión de oponerse, que plantea cuestiones poco adecuadas al fin que se propone, o lo hace de forma inapropiada. No voy a entrar en consideraciones tan amplias, que me exigirían más preparación y ocuparían, además, un espacio virtual más extenso del que corresponde a un blog. Así que voy a centrarme en un solo punto.

Me parece que Don Mariano no llega a la gente o no lo hace con la intensidad y la fuerza suficientes. Cuidado, no digo “convencer”, sino “llegar”, que aquí empleo como sinónimo de captar la atención, interesar, persuadir, ilusionar, entusiasmar, etc. En las cuñas que vemos en los telediarios u oímos en los informativos de radio, su tono suele parecer apagado, débil, poco vigoroso…, incluso el volumen de la voz es de sala de estar o de oficina, donde se habla, piano piano, con dos o tres personas lo más; nunca sus palabras dejan ese eco, esa resonancia propia del espacio amplio y abierto, el de las grandes concurrencias… La firmeza, la energía, la potencia, la contundencia, el fuego…, propios de una actitud segura y necesarios para arrastrar de una brazada a una multitud de potenciales seguidores, suelen estar ausentes o muy atenuados (que en este contexto significan lo mismo). La mirada cara a cara (frente a una cámara) se sostiene pocas veces, enseguida se desvía o se baja, recatada y pudorosa, renunciando así al descaro propio del capitán que arenga a sus huestes.

Nunca he visto/oído una arenga de Rajoy. Será porque no voy a los actos de los populares (tampoco a los de los otros). O más bien porque no cultiva él esa modalidad. Sin duda, es una limitación para un político, una de cuyas funciones consiste en estimular, enardecer, mover a la acción a los ciudadanos, bastante proclives, en general, al enfriamiento, a la apatía, cuando no a la deserción respecto a la cosa pública, para después atraerlos hacia las ideas y propuestas de su partido. De modo sintético, y quizás un tanto simple, podríamos reunir todas estas notas en una sola expresión: el “tono mitinero”. Rajoy no domina ni maneja con la debida frecuencia, soltura, agilidad y, por tanto, eficacia el tono mitinero, cuyo principal objetivo es activar en el público el engranaje emocional, y no tanto el intelectual; tocar sus fibras sensibles, emocionar, sugestionar, seducir…, y no tanto convencer, como decía antes. En esta variedad comunicativa está de más el razonamiento lógico, la exposición teórica, el orden expositvo riguroso, las matizaciones conceptuales… Aquí las expresiones bullen como las burbujas de una olla hirviendo, que salpican todo lo que se les queda cerca; fluyen libres como río que desborda el cauce… La precisión se muta en vaporosa ambigüedad que embauca, en brillante e inesperada imagen que deslumbra. La respetuosa y considerada invitación se hace grito, voz de mando. El pensamiento complejo se comprime en fórmulas breves, con envolvente de titular periodístico, de eslogan publicitario, de consigna. Etc.

A mi parecer, Rajoy no sabe o no quiere hablar así. En cambio, su adversario, Rodríguez Zapatero, gestiona con comodidad tanta filigrana. Sin embargo, el verdadero maestro de tal arte era Felipe González. Se dice que la gente comentaba, tras oír alguna intervención en directo o retransmitida: “¡Qué bien habla!”, sin acertar a expresar de qué había hablado o qué había dicho. Era un gran seductor de audiencias. También Aznar arrastraba, pero con un estilo totalmente distinto, más imperativo y directo que sugerente. La palabra de Felipe era una caricia; la de Aznar, un golpe en la mesa.

Rajoy se muestra muy brillante en el discurso parlamentario, que es (o debe ser) opuesto al mitinero. En él, el orador sienta doctrina, argumenta, distingue, disecciona y evalúa ideas o propuestas, exhorta con moderación, es comedido a la hora de denunciar, de acusar… En todo destaca sobre casi todos Mariano Rajoy. Fuera de esa sede, el dirigente popular intenta ser más coloquial, meter más yesca en su enunciación, hacer frases más breves y esquemáticas, aunque rara vez consigue un nivel mitinero de “Suficiente”. A veces parece que se apoya en oraciones cortas, muy estudiadas previamente, que, por lo tanto, carecen de la fuerza de lo espontáneo (o de lo que otros disfrazan de espontáneo con acierto).

Según dije al principio, las maneras comunicativas de un líder no determinan el destino de un partido en las elecciones, aunque no hay duda de que contribuyen, negativa o positivamente. También es verdad que cada modalidad discursiva se corresponde con un tipo de público. Sin que sea ahora posible definir tal correspondencia, parece claro que el destinatario de las alocuciones de Don Mariano no es el mayoritario.

8 comentarios:

  1. Con Rajoy el PP lo tiene crudo...
    En el momento de la votación final, su imagen deteriora cualquier argumento a favor que la ciudadanía pudiera tener.
    Con otro líder, y con la que tenemos encima, el recuento sería muy sencillo...
    Salu2

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  2. Para mi a Rajoy, le falta carisma y liderazgo dentro de su propio partido. Es difícil convencer a los ciudadanos de tu país que puedes ser presidente cuando no eres capaz de dirigir tu propio partido. La corrupción esta deteriorando, no tanto por la corrupción en si misma, sino por la falta de declaraciones y actuaciones contra ellas dentro del seno de su propio partido.

    Una situación de crisis como la que estamos viviendo requiere de alguien con autoridad y que tenga las ideas claras. Por desgracia, bajo mi punto de vista, eso no lo encontramos en la política nacional, lo cual va a tener consecuencias muy graves sobre el país en el que vivimos.

    Un abrazo,

    RATO

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  3. No es que un partido sea mejor que aquel al que sustituye a cada legislatura. Es que el anterior gobierno se suicida. Se suicidó González, Aznar y ahora Zapatero. Cambiando de tercio (pero no de tema), es como si algún día Guardiola empieza a perder títulos (que ya lo está haciendo). A saber cómo le tratará la prensa.

    El español se rige por la ley del "qué dice usté que yo me opongo".


    OLI I7O

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  4. Perdona, Oli, pero Aznar no se suicidó. Más bien lo suicidaron. Y de paso se ahorraron los suicidas de los trenes.

    Al español lo teledirigen como quieren desde los medios. Si la anestesia que nos dan, nos adormece tanto que pasamos, incluso, de ir a votar, se inventan lo que sea para despertar a los zombis, porque hay que aparentar que a los políticos los elige el pueblo, aunque los políticos pasen del ídem una vez apoltronados en sus sillones y en el poder.
    ¡País!, que diría Forges.

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  5. Has hecho un excelente análisis de las peculiaridades oratorias de Rajoy, y las notas sobre sus oponentes y antecesor tambien me parecen acertadas.
    Respecto a la influencia que ese dato pueda tener en la aceptación de los votantes habrá que reconocer que es limitado. Afortunadamente, según mi criterio, nos dejamos llevar más por otras cuestiones de más calado. De todas formas está muy bien que se analicen estas cuestiones y si se hacen con tanta maestría, miel sobre hojuelas.
    Saludos

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  6. Rajoy es triste. Es un hombre sin gracia, no desgraciado, incapaz de comunicar y muy apocalíptico.
    Todos sabemos de los problemas, pero cuando lo oímos a él nos cansa, nos asusta, nos mete el miedo en el cuerpo y las personas estamos más hechas para un mensaje positivo.
    Necesitamos confiar en alguien que no nos meta "las cabras en el corral".
    Uno puede estar mal, ser feo y asumirlo, pero uno no está para que le digan al día veinte veces lo mal que lo ven y lo feo que es.

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  7. Estoy de acuerdo con Ardino. De las dificultades se sale haciendo acopio de valor y creyéndose capacitado para ello. ¿Qué sería de España si el gobierno hubiese dicho que estamos fatal? Un caos total, eso os lo puedo asegurar. Este señor, con su política de desprestigio/no intervencionismo sólo ayuda a que España de un paso atrás en la salida de la crisis. La oposición ha de aportar (cosa que no suele ocurrir nunca), no sentarse en un sillón a poner pegas.

    Por otro lado, la oratoria es una capacidad que no todo el mundo tiene en la misma proporción y que no se puede desarrollar al mismo nivel en todas las personas. Es cierto que el Sr. Rajoy no la posee, pero eso unido a la falta de apoyo y soluciones es lo que a a mi parecer los hace no ganar unas elecciones.

    Desviando un poco el tema hacia otro lado, decir que si el gobierno está actuando contra la crisis aún a pesar de que no sean bien visto y estar perdiendo votos, ¿no creeis que será porque es necesario hacerlo?


    Un saludo

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  8. Yo también soy de los que cree que necesitamos una persona "con tirón". La masa no se mueve por sí misma. Ni se ilusiona ni se enardece. También me parece que Rajoy tiene mejores ideas en relación con el problema que ahora nos acucia. Pero no despega, ni él ni su partido. ¿Habéis notado, por otra parte, el mutis de Gallardón en los últimos tiempos? De todos modos, y para lo que mi artículo refiere, hoy día el discurso político es pura propaganda y su estilo es el que he llamado "mitinero", con el sinfín de connotaciones negativas que el término posee. Si aplicamos el viejo dicho de que "el buen paño en el arca se vende", evidentemente mientras más publicitario o mitinero es el sermón político, menos convencido está el orador de que sea "buen paño". Muchas gracias a todos por entrar, leer y comentar. Saludos, amigos.

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