domingo, 2 de septiembre de 2012

A 5€ LA NOCHE

               No son pocos los participantes en la feria, me refiero a la de mi pueblo, a los cuales les sale increíblemente económica la celebración: hay quienes no gastan más de 5 euros por noche. ¿Cómo es eso posible? Tal como me lo han explicado algunos de los propios protagonistas lo voy a exponer. Una aclaración previa: se trata de gente joven, muchos adolescentes, sin gran interés por los cacharritos, con pocos cuartos y/o con pocas ganas de perderlos de vista. Empiezo.
     Primero: reúne una cantidad o bolsa común la peña de amigos/as, con la aportación de 4 o 5 pápiros por barba (exista o no pelamen en la cara).
     Segundo: se acuerda el volumen de bebida y picoteo necesario, según el número de componentes y el de horas de trinque. Hay que hacer bien el cálculo para no pasarse ni quedarse corto. Suponiendo que el grupo sea de seis, lo mínimo son dos botellas de ron, whisky ( a una media de 7 euros la botella), ginebra y/o vodka (unos 4 euros);  tres de Fanta, Trina, CocaCola o similar, de dos litros (entre 1,5 y 2 euros la unidad), y unas cuantas bolsas de chucherías saladas para masticar algo (palomitas, snacks, garfitos, cheetos, sticks, conos, rejillas, cuquis, doritos, etc.), a 1 euro por paquete, más o menos; vasos de usar y tirar (1,5  euros). Total: no más de 25 euros. Así que aún sobran 5 para imprevistos.
     Tercero: se acude a un supermercado, por ejemplo al Mercadona del barrio (ya casi puede llamarse así). Si ninguno de los colegas ha alcanzado aún la mayoría de edad, hay que conseguir a alguien externo que efectúe la compra del alcohol: un hermano/-a o primo/-a “competentes”, el cuñado de un pandillero, uno que jugaba con ellos al San Andreas…, o bien el que daré en llamar “comprador de alquiler” (siempre hay algún aspirante a serlo rondando por la puerta del súper), que cobra en especies (un cubata, mínimo, al terminar el servicio o luego, en los parajes del botellón).
     Cuarto: cada uno se marcha a su casa para apiparse bien con una cena pantagruélica, que aporte al estómago base sólida y duradera hasta la madrugada. Las botellas, que se han repartido convenientemente, están todo este tiempo en el congelador de los frigos caseros.


http://www.2camels.com/abril-feria.php

     Quinto: a la hora acordada, se reúnen las pandillas en sitios como el Llano,  ubicación habitual del botellón de los sábados, o el Mapa, más de diario. Allí se toman posiciones, se sacan los móviles para la música de fondo y se charla hasta que llegue el momento del consumo etílico. Las parejitas que pueda haber en cada grupo ponen a calentar el cocido, a fuego lento, claro; algunas quizás se formen sobre la marcha.
     Sexto: sobre las 2 de la mañana, se saca el material y se llenan los vasos. Empieza la priva. Sin prisa, se pasa a los segundos y siguientes pelotazos, hasta que se termina el líquido y/o se notan ya aturdidas las mentes por efecto de la humera.
     Séptimo:  una vez alcanzado el puntito (mejor, el puntazo), el colectivo formado por todos los hasta ahora habitantes del Mapa y del Llano empieza a desplazarse hacia el Real de la Feria. Cada peña enfila para la caseta de su gusto, donde pasará las siguientes tres o cuatro horas de música y bailoteo, cachondeo y juerga, y lo demás que caiga. No consumirán nada, porque ya vienen con todo el alcohol de la noche puesto.
     Octavo: con la primera luz del día, vuelven al casco urbano, pesadamente, fatigosamente. Si queda algo de guita o los niños encuentran unas monedas viudas en el bolsillo, se mercan unos churros para desayunar.
               La baratísima noche de feria llega así a su fin. El personal al que me refiero lo ha pasado aceptablemente bien. Ha habido de todo: comida, amigos, alcohol, música, baile y…  más cosas tal vez. ¡No se puede pedir más por menos!
               Las casetas, una parte de las cuales son benéficas (de cofradías, por ejemplo), han estado muy concurridas y animadas, pero el aspecto de las cajas registradoras o de los simples cajoncillos del dinero, obviamente a medio llenar casi todos, es un tanto desolador.  “Hay que buscarse la vida” son las palabras con las que concluye, interpreta y se justifica uno de mis informantes.

6 comentarios:

  1. Después de este prontuario del botellón, solo basta decir: ¿Alguien da más por menos?.

    Salud(os).

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  2. El espíritu cooperativo, cuando funciona, resuelve los problemas de la actuación por libre, aúna esfuerzos, conjunta voluntades y ahorra gastos. Las experiencias son muchas. Sin embargo, está por ver si ese afán por compartir y arriesgar en grupo va más allá de la iniciativa - haciendo de la necesidad, virtud - de sumar voluntades para ponerse tibios a alcohol, sortear la ley con el consumo ilegal y pasárselo de película a base de gritar a altas horas de la madrugada y dejar las calles como unos zorros.

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  3. Jaja, es toda una guía del feriante "medio tieso", inspirada en el sistema del botellón. Está claro que la sociedad de consumo tiene resquicios por donde se meten los que saben encontrarlos y socavar, siquiera sea levemente, sus cimientos, utilizando las mismas armas y con idénticos objetivos: obtener lo máximo con lo mínimo. GRacias por tu visita y comentario, Antonio.

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  4. La meta es beber (quizás no siempre ponerse tibios), porque así se ha establecido en la ley no escrita que rige en los grupos juveniles y no tan juveniles. El método es hacer frente al gran obstáculo que la propia sociedad de consumo les empuja a sortear, en forma de pago, que se convierte en suculenta ganancia en estas fechas. Los jóvenes a los que me refiero han buscado un atajo para burlar el sistema hasta donde pueden, que es consiguiéndolo todo más barato, muchísimo más barato, y evitar las barras de las casetas, disfrutando, como otros, de su ambiente. Se trata del método aplicado los días de botellón, en los que ya no hay oferta oficial de quioscos o casetas y se tiene institucionalizado el producto barato (no de mala calidad como el garrafón de muchas ferias) )adquirido en supermercados. Otra historia es los hábitos etílicos de los menores y la libertad existente en este aspecto, así como en el incivilizado estado de suciedad que dejan en las calles. Repito, es otra historia, quizás lo fundamental de la historia. Gracias por tu visita y comentario, amigo Fernando.

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  5. Un gran documento que me despierta una cercana, aunque no por ello menos intensa melancolía.

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  6. ¡¡Comprensible!! Los jóvenes, sin dejar de consumir, sabéis burlar las garras más crueles de la sociedad de consumo. Gracias por tu visita.

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