viernes, 20 de abril de 2012

LAS CALLES DE MI PUEBLO (V): ¿QUIÉN TENDRÍA ESTAS OCURRENCIAS?


               Uno de los temas que primero me interesó teclear en los inicios de este modesto blog fue el de las calles de mi pueblo, mejor dicho, del nombre de las calles de mi pueblo (*).  Ahora, después de tres años y pico, vuelvo a percutirlo. ¿Por qué? ¿Quedó incompleto, tras cuatro entregas? Una cuestión como esa nunca está acabada, no porque el número de calles sea infinito, aunque a menudo se abren algunas nuevas, sino porque siempre cabe sacarle una punta nueva, descubrir un rincón o un recodo, unos balcones, una terraza, unas farolas… Regreso a las calles sencillamente porque he conseguido el plano actualizado de la localidad, con los nombres de las vías más recientes. Y hay algunos que tiran de espaldas.
               Por ejemplo, muchos de los que insisten en el desafortunado principio antroponímico. Uno de los peligros de esa postura consiste en seleccionar nombres muy poco familiares a los vecinos, si no totalmente desconocidos. Ocurre en las urbanizaciones de última construcción, que se concentran en la zona oeste, por detrás de “Santa Catalina” y “Torre Hacho”. ¿Quién sabe algo de Francisco Barrero Baquerizo, quién de Bernardo Simón de Pereda, quién de Mariano Beltrán de Lis, quién de Catalina Téllez, quién de Hipólita Narváez, por ejemplo? Pues todos tienen su calle allí. Otros tal vez les suenen a unos pocos, muy pocos, como demuestra el que los bautizantes hayan creído conveniente anteponer al nombre del elegido (generalmente, y para más inri, antiguo) su profesión o arte: “Pintor Bartolomé de Aparicio”, “Arquitecto Melchor de Aguirre”, “Retablista Antonio Primo”,  “Alarife Martín de Bogas”, “Escultor Diego Márquez”…, aunque muchos lugareños, como yo, lo confieso, ni así los sacamos. Sirvan estas dos relaciones nominales como muestra de errados acuerdos del ayuntamiento, en cuyo “debe” los incluyo.

               Pero hay más. Las rúas que, igual que el niño que nace feo o tiene la mala suerte de que sus padres le pongan Vistremundo, han sido condenadas, oficialmente, a nombres como “Regulares de Melilla” (¿tal vez para hacer simetría con el de Avenida de La Legión, donde vivo, de finales del franquismo?), “Constitución de 1883” (“-¿Dónde vives?  –En la calle ‘Constitución de…’, yo qué sé, nunca me acuerdo del año”)…, entre otras.

               Están, por último, las que pueden levantar discusión y polémica. Así, la que se llama como uno de los alcaldes de la época actual, “José Mª González”, por el hecho de que fue él el primero de la democracia (también ejerció como el último de la Dictadura, pero eso no…); en su contra tiene, aparte de los supuestos errores o deficiencias de gestión (que, no lo sé, pero algunos habría), el que militó en más de un partido político y, por ello, no atrae  -supongo-  respaldo unánime de la comunidad, como debe toda persona que se eleva al rango de titular de una avenida, plaza, institución, etc.  También puede originar división la efemérides “28 de febrero”, pues no todo el mundo  -según se está comprobando en estas últimas fechas-  está de acuerdo con la opción autonómica (me recuerda aquellas calles y barriadas denominadas “18 de julio” en recuerdo de la conocida y desgraciada gesta del 36).
               No por diferencias políticas, pero sí por la misma falta de aceptación universal, pues el ejercicio de su profesión y su trayectoria vital, con luces y manchas, como todo lo humano, transcurrieron hace no más de una década o dos, y está muy fresco el recuerdo, no creo acertados los de “Doctor Ricardo del Pino” o “Remedios Tomás”, entre otros. Además de ese problema, está la duda sobre si su labor o su personalidad poseen la excelencia y relevancia suficientes.
               Por todo ello, como en los juicios, condeno a quienes tuvieran semejantes ocurrencias a…, bueno, dejémoslo en ser olvidados para siempre y no figurar en ningún mosaico de esos en los que están escritos los nombres de las calles de mi pueblo.

6 comentarios:

  1. Para cuando una calle en Antequera dedicada al Señor Jaramos...

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  2. Eh, Rato. ¿Dónde andabas? Gracias por regresar.
    ¿Una calle para Jaramos? La tendrá cuando las ranas críen pelo, jaja. Hasta ahora, lo único a lo que ha llegado es que, sin mérito por su parte, le pongan su nombre a un aula del colegio donde enseñaba al jubilarse. Pero, ¡con eso tiene bastante! Salud(os).

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  3. Bautizar una calle con el nombre de una persona siempre se presta a la polémica. Por muchos méritos que tenga el personaje, siempre abrá alguien que le ponga un pero,muchas veces porque el que hace la crítica tiene una propuesta alternativa. No estaría mal bautizarlas con nombres de ciudades, pueblos, ríos, mares, plantas, flores, accidentes geográficos... Aunque pienso que, aun así, abría polémica...
    Tengo roto el ordenador.
    Saludos
    Antorelo

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  4. Llevas razón, Antorelo. Igual ocurre con las instituciones, los centros escolares, etc. Salud(os).

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  5. Me he leído los cinco artículos del tirón y me parece un excelente trabajo que, para mi caso, desvelan algunas curiosidades de las calles antequeranas. Gran trabajo que espero pueda continuar porque, sin duda, es un tema muy interesante para los apasionados de Antequera. Un saludo.

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  6. Gracias, Javi, por haberte tomado la molestia de la lectura. Y por el comentario. Como ves, me limito al nombre; de la historia sé poco. Tengo noticia de un libro sobre el tema, aún en estado de manuscrito, que no sé si se publicará antes de que se ponga demasiado rancio. Salud(os).

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