miércoles, 3 de marzo de 2010

LA CALLE ES MÍA

Dedicado a Mr. M


Lo que me acaba de ocurrir es digno de Mr. M., mi colega bloguero. Por eso se lo dedico con toda mi admiración, en su Getsemaní, que dura ya semanas por desgracia.

Iba yo paseando a mi perrita por una especie de parque que hay cerca de casa. Es una medio podenca muy pequeña, a la que siempre llevo atada de una cinta corredera. De pronto, veo que viene hacia nosotros un perro, bastante más corpulento que ella, a toda leche, como si nos fuera a tragar de un mordisco... Por suerte no fue así. Naturalmente, estaba suelto. Tal vez sólo quería jugar, pero el caso es que la mía se asustó, intentó huir y lió la cinta a mis piernas. Con la cara descompuesta, profería gritos de miedo, no ladridos. La dueña, una chavala de unos veinte años, se acercó cuando pudo salvar la distancia andando y le dio algunas órdenes al chucho, que ni la oyó. Le dije: “Si no lo atas, no la va a dejar”.

Yo me alejé y el perro se separó, porque vio a otro, de su estatura y con sus mismas ganas de saltar y correr.

Pasados unos minutos, tuve que pasar por donde estaban para salir del recinto. Y otra vez, el perro juguetón del principio, se vino hacia mi hembra -lógico-, y de nuevo ella dio señales de miedo. Me dirigí otra vez a la joven dueña y mantuvimos un diálogo:

- Debes atar a tu perro, porque está molestando.

- No, no lo ato. Si molesta a su perra, se van, porque yo llegué primero. (sic)

- Mira, la calle es de todos, no del que llega primero.



Después me dijo que le hablara con respeto, creo que por decir algo, porque yo me dirigía a ella de forma educada. Le añadí que los perros no pueden ir sueltos por la calle y que, si de nuevo amedrentaba a mi pobre podenca, tendría que hacer algo, lo que fuera, por espantarlo e incluso poner una denuncia. Cuando ya se marchaba, con su can agarrado del collar, pero sin sujetarlo a la cadena que, no sé para qué, llevaba en la otra mano, le aconsejé que, para tener un perro y sacarlo a la calle, hay que saber.

De esta anécdota, Mr. M, si me lees, te diré que destaco, con asombro, estas dos cosas: el argumento, infantil a más no poder, de la muchacha: “Yo llegué primero a este parque”. Que se corresponde con la convicción, propia de una mente no menos inmadura (no entro en la valoración moral, porque…), de que “Mi perro tiene derecho a disfrutar y los demás deben jugar con él. Y, si no quieren, que se aguanten o se vayan”.

Mr. M., es lo que hay.

7 comentarios:

  1. Detalles como ese sirven para identificar a una persona mal educada, en este caso una joven grosera, arrogante y digna de lástima. Si con esas ínfulas va por la vida el futuro que le espera no es muy halagüeño. Hay que ser muy cretina para actuar así en un tema de convivencia tan obvio que cuesta creer que se utilicen argumentos tan lamentables, que en el fondo lo que revelan es una gran inseguridad en sí misma.

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  2. La verdad es que no le veo el sentido a tener un perro y llevarlo siempre atado...,prefiero desde luego no tenerlo si no le puedo dar una vida digna.
    Debe ser insufrible para un animal tener ganas de jugar,correr y relacionarse...y tener algo al cuello que le oprime y le impide...vivir en libertad.
    No justifico a la señorita en cuestión, pero seguro que si le preguntas a su perro te diría que prefiere una "dueña" liberal y permisiva, a alguien que cumple las normas a "rajatabla".
    En cuanto al comentario de Fernando Manero sobre el perfil psicológico de la dama en cuestión:
    "Hay que ser muy cretina para actuar así en un tema de convivencia tan obvio que cuesta creer que se utilicen argumentos tan lamentables, que en el fondo lo que revelan es una gran inseguridad en sí misma".
    ¡Hombre! en España es deporte nacional lo de juzgar a los demás por anticipado,los prejuicios y los esteriotipos casposos...pero,¡hombre! hacer un dictamen psicológico tan certero...jejeje....es difícil de superar.
    Creo que querer quedar bien con un amigo no significa decirle lo que quiere oir.
    El servilismo huele a rancio...

    Un abrazo y salu2.
    Enhorabuena por el blog.

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  3. Posiblemente me haya pasado en mi valoración crítica de la persona en cuestión y pido disculpas porque no la conozco ni tampoco es mi estilo herir a nadie. Cuando lei el texto de jaramos me sorprendió la mala educación, sobre todo cuando entre quienes pasean los perros por la calle, en un espacio urbano, se asumen actitudes y normas de convivencia que nada tienen que ver con lo que aqui se señala. Atribuirse el dominio del territorio y el derecho de preferencia no está bien y revela posturas muy discutibles, que ofrecen elementos de juicio que inducen a valorar el sentido de la personalidad. Sorprende que en un tema tan baladí la reacción sea tan drástica y tan desaforada, sin que viniera a cuento,, y eso en psicología tiene sus interpretaciones. Y en cuanto a lo de llevar a los perros atados en un espacio público me parece correcto e incluso las ordenanzas municipales así lo exigen. Hay personas que se asustan y canes que, juguetones o no, pueden incordiar a gentes que no desean ser incordiadas. De todos modo, retiro mi apreciación inicial y lo dejo en una simple falta de educación. Lo del servilismo y lo de rancio (a eso le llamo ya dialéctica de la buena) lo paso por alto porque incurre en el mismo tipo de juicio de valor que trata de denunciar mi interpelante.

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  4. Fernando,cierto.
    Tal vez se me fué la pluma un poco a mi también.
    Nos vemos por aquí...
    Salu2

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  5. Gracias a los dos por entrar y escribir. Me gusta mucho este tipo de intercambio comunicativo bloguero, porque genera sanas discusiones, que no llevan sino a buen puerto. Porque la mayoría de los que estamos aquí somos buena gente y (me dejo ahora fuera) gente inteligente y preparada. Las personas que escriben son personas que piensan: ¿se puede pedir más? Con tales virtudes, cualquier debate nos hace a todos mejores. De nuevo, gracias.

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  6. En España tenemos una obsesión colonizadora en cualquier ámbito: en el metro, en los bares y en los parques. Y se lo inculcamos a nuestras mascotas. Con otro talante, la chica y tú podríais haber salido victoriosos, si ella se hubiera acercado de buen rollo y le hubiera presentado "formalmente" su perro a tu perra (que, por cierto, es muy bonica). Jamás se me ocurriría entrar a la gresca con un señor que pacíficamente pasea a su perra.


    OLI I7O

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  7. ¿Es o no, Oli? (Esta es una expresión que usan por aquí para decir más o menos "¿A que sí?"). Por cierto, no hemos caído (al menos yo) en que la frase que figura como título tiene una autoría bastante conocida y "popular". ¿La recordáis? Je je. Tal vez estemos dando pasos hacia atrás.

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