domingo, 31 de enero de 2010

EDUCACIÓN BOTELLONA II

En una definición de urgencia, diré que la buena educación se mide por el nivel o grado de semejanza que el comportamiento de una persona presenta con respecto al modelo ideal que la sociedad circundante propone y defiende. La mala educación sería, lógicamente, lo contrario: la lejanía significativa de tal dechado. Nadie nace educado, ni bien ni mal. No voy a entrar en la polémica, tal vez ya superada, que se suscitó en la Ilustración acerca de si el individuo nace malo o lo hace malo la sociedad, etc. La conducta del hombre es, en cada momento de su vida, resultado de un compromiso entre sus tendencias innatas y la acción educadora. Por otra parte, la educación supone una voluntad y una acción expresa de los educadores, en gran medida represora de la total y extrema espontaneidad. Niños y grandes haríamos lo que nos viniera en gana, y eso es lo que aprenderíamos como patrón de conducta, si no se nos hubiera conducido por otro camino (a propósito, “educar” y “conducir” tienen la misma raíz). Lo ideal sería que, con el tiempo y gracias al empeño de los agentes educadores y al esfuerzo del sujeto, se llegara a punto en que a la persona le surgiera “espontáneamente” un comportamiento adecuado.

La educación se manifiesta en la conducta. Estar bien educado se corresponde con comportarse bien y estar mal educado desencadena el mal comportamiento. Por otra parte, la educación es un resultado y un proceso. Sin entrar en muchos detalles ni distinción de nociones, el proceso de educación comienza en la más tierna infancia, o sea, al nacer, y puede decirse que no termina nunca, aunque la mayoría de edad debería poder equipararse con un grado suficiente como para desenvolverse en el entorno de manera eficaz y adaptada. En ese momento, el individuo habría articulado una serie de valores, como marcadores del rumbo de su vida y su actuación. Enlazando con el asunto del botellón, que es el que traje a colación, la limpieza del propio cuerpo, de los objetos que se usan, de los lugares donde se está permanente o puntualmente, etc., debe ser un componente de la buena educación y, por lo tanto, un valor.

¿Cómo se adquiere, así entendida, la buena educación? O, desde otro punto de vista, ¿cómo se inculca? Para que quede claro: ¿qué tenían que haber hecho los padres de los chicos que dejan el “campus” botellonero peor que un muladar? ¿Decirles que eso no se hace? ¿Explicarles que el suelo de las clases de los colegios e institutos, donde empiezan a dejar olvidados trozos y envoltorios de bocadillos, cáscaras de pipas, “tetrabrick”, etc., no debe parecer el de una corraleta al fin de la jornada escolar? ¿Repetirles una y otra vez, hasta la náusea, que ordenen y limpien su habitación? Sí, todo eso tendrían que haberles dicho, explicado y repetido. Y seguramente lo hicieron y lo siguen haciendo. Pero los hechos demuestran que no ha sido suficiente. ¿Entonces?

Yo creo que la educación, en este tipo de parcelas al menos (quizás en todas, pero… bueno…), es al comienzo un acto de obediencia, el cumplimiento de una orden o de una ley o norma, o bien un acto condicionado por la expectativa de una sanción (premio o castigo; ganar, no ganar o perder algo…). La repetición de tal acto, sin excepción y durante un período significativo, origina el hábito o costumbre de hacerlo y la satisfacción consiguiente. Por último, ese hábito se conceptualiza como un valor, que fundamenta y da sentido a la actuación. Muy esquemáticamente, me parece que es así como se enseña a ser limpio con uno mismo y con las cosas y a comportarse, en todos los aspectos, del modo que determina la buena educación.

Lo fácil, para quienes tienen niños o adolescentes a su cargo, es saltarse el primer paso y el segundo, porque es una lata, porque exige una enorme constancia, tener las ideas muy claras, sacrificarse en bastantes ocasiones… ; saltárselos, o bien dulcificarlos introduciendo continuas excepciones, repartiendo perdones, mirando mucho para otro sitio, etc. Se quiere empezar la casa por el tejado, es decir, que los niños o adolescentes obren de acuerdo con unos valores o principios éticos que supuestamente se les han transmitido por vía de lecciones magistrales, consejos, etc. Nunca se logrará nada así. Los valores tienen que ser, primero, vivencias, para convertirse luego en criterios, principios, pautas, guías, motores, referentes… del modo de proceder maduro.

6 comentarios:

  1. La educación en casa es el principio de todo.El mimetismo del niño hacia su padre es la mejor via para una correcta educación "social". Pero ¿qué ocurre cuando el padre es un antisocial o un desheredado de la vida? ¿Qué podemos esperar de unos adolescente cuyos referentes son personas adultas en paro,depresivos y sin rumbo?.
    El mejor legado de los padres a sus hijos es dedicarles un poco de tiempo cada dia...
    ¿Se cumple?
    Un tema complicado.
    Salu2

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  2. Pues ya está todo dicho, poco queda por añadir a la magnífica exposición que has hecho. También lo dice Toni. ¿Qué podemos esperar de los hijos cuando los padres parecen haber perdido esas consignas de educación que alguna vez se les debió inculcar?

    Un saludo...

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  3. Claro, amigos. Ese es uno de los problemas: los padres (o la madre o el padre, o las madres o los padres... y tantos "etc." como modalidades de familia hay ahora). Muchos no saben, no pueden o no quieren afrontar su responsabilidad. Es duro, ¿eh?

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  4. Personalmente creo que el problema surge, porque los padres hoy en día quieren ser amigos de sus hijos y no padres. Cuando eres un amigo, es difícil marcar las reglas, transmitir valores...
    Un padre simplemente tiene que ser un padre y nada más.

    Un abrazo,
    RATO

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  5. Magnificamente explicado el concepto de educacion. Coincido con los otros comentarios.
    Gracias por tu visita a mi blog y por el comentario dejado.

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  6. No hace mucho, coincidió mi salida de un centro comercial con la de una madre y su hijo de unos tres años.La madre quería ir en una dirección; el niño, en la contraria.Solución: la señora amenazó al chiquillo diciéndole que si no hacía lo que ella decía, llamaría a los policías de un coche que pasaba por allí. Desenlace: el niño ganó y ambos se fueron por el camino que este había elegido.
    En los tiempos que corren el "NO" ha sido desterrado de la educación. Y tendríamos que preguntarnos: ¿quién marca las pauta a niños y adolescentes en la sociedad actual?

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