miércoles, 2 de septiembre de 2009

NO ME GUSTA ESTA FERIA

Sin que haya podido indagar en mis adentros la razón exacta, el porqué preciso, lo cierto y verdad es que la actual feria de Antequera no me gusta. No es que haya feria ahora y me refiera a esa, no. La última acabó hace una semana, aproximadamente. A lo que aludo es al “formato”, como se dice ahora, al “modelo”, que también se dice, o sea, al tipo de feria que en los últimos años se ha impuesto: cacharros y casetas. Los cacharros para los niños y las casetas, para los jóvenes y mayores. Los cacharritos, ya se sabe. Las denominadas casetas son, esencialmente, establecimientos donde se expenden bebidas alcohólicas (parece que en las destinadas a menores, no) con alguna que otra engañifa sólida, de no muy alto nivel culinario, desde luego muy inferior al de los bares y restaurantes habituales, a cambio de unos precios bastante elevados, en los que van incluidos los decibelios en directo o en disco, bravos decibelios que te impiden hablar/escuchar, si es que lo intentas.

Yo, como no tengo ya chavales a los que pasear en la ola o la serena (así se nombraba antes) o los coches de choque o los aviones…, sólo me queda, en este paradigma ferial, congregarme en torno al alcohol y los pinchitos o similares, arropado por un caudal de música, para mí excesivo como digo. ¿Bailar? Algo, sí. Pero en plan payasada, lo mismo que en las sopocientas bodas/bautizos/comuniones que lleva uno ya en el cuerpo, todas también iguales entre sí.



No me gusta esa clase de feria en que la variedad está ausente, en que ya se sabe que todo será exactamente igual al año pasado y a los anteriores y a todas las celebraciones y fiestas a las que asistes durante el año. Si no bebes y/o no te gusta mucho el mediocre tapeo ferial, enharinado de polvo terrestre, ya lo tienes todo hecho y te puedes ahorrar la bajada al real.

Porque esa es otra. El traslado del recinto a aquel retirado lugar, allá en los confines últimos de la ciudad, en los límites ya de la circunvalación (o sea, en medio del campo), aparte de la lejanía, de tener que coger el coche y de deber ir expresamente, ha sacado la feria del pueblo, y no sólo en el sentido geográfico. El pueblo no está en feria, aunque aquí (más bien por los alrededores) haya una feria. Parece igual, pero es muy diferente.

No me gusta esta feria. Porque ni siquiera me han entusiasmado los nombres de los cantantes o artistas de otra especialidad contratados desde hace un tiempo. Tal vez la señora Vega haya sido la de más postín este año; coincidió que actuaba una noche que bajé al recinto festivo y ¡vaya decepción! Ni siquiera el sonido era bueno.

Si alguno de los que empezaron a leer esta penosa crítica ha llegado hasta aquí, tal vez se esté preguntando: ¿y qué tiene que tener la feria para que le guste a este hombre? Yo respondo: ni idea. No lo sé. Pero eso no me quita el derecho a quejarme, claro. Porque que yo no sepa cómo “diseñar” (se dice también ahora) una feria en condiciones no es nada malo. Lo malo de verdad es que no lo sepan los responsables del municipio.

9 comentarios:

  1. Yo, al margen de mi vieja y raquítica tradición antequerana, jamás había oído hablar de la Feria de Antequera. ¿Todos los pueblos y ciudades andaluces tienen su feria?

    Sin embargo, te entiendo perfectamente. El equivalente murciano es las fiestas de Primavera, a las que hace cuatro años que no voy y que no tengo la sensación de perderme nada. Y con las bodas me está sucediendo igual. En tres semanas tengo una y no sé cómo co*ones librarme de ella. Son todas la misma boda con distintos muñequitos en la tarta.


    OLI I7O

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  2. Después de alegrarme de contactar contigo de nuevo, te respondo: todos los pueblos y ciudades tienen su feria, y algunos... ¡dos!, como por ejemplo Antequera ("Si no quieres caldo...") y otros muchos. El equivalente en bodas, es la "segunda nupcia" que celebran los divorciados. También me he tragado alguna, a los dos o tres años de asistir a la primera. Al final, me parece que me voy a ceñir a las fiestas espontáneas, improvisadas, limitadas al círculo de amigos y eso. Un abrazo, amigo Oli. Y gracias por seguir mi blog. Yo el tuyo también lo leo, aunque me cuesta sacarle todo el jugo.

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  3. Como organizadora de fiestas y festejos podría decir tanto del tema que te ocupa...
    Sin embargo, este comentario, tímido y prudente (más por primerizo que por reflejo de lo que soy),en el fondo te dará la razón: no me gusta, como a ti, una feria poligonera, lejana y prefabricada. Simplemente porque las fiestas de una ciudad se tendrían que celebrar en las calles y plazas de la ciudad.
    En mi caso soy adicta a la feria de Málaga y hace muchos años que no piso el Real; allí no veo la Catedral, la Alameda, el Pasaje Chinitas o esos rincones con recuerdos que retomo feria tras feria...
    Por cierto, cualquier día quedamos para seguir celebrando...
    Adela.

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  4. Pronto, pronto. Y gracias. No por darme la razón, sino por haber leído mi modesta opinión.

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  5. una cita que invita a la reflexión sobre lo festivo y sus alrededores:

    "ya no se ama ni lo que se celebra"

    (Luis García Montero para la canción de Joaquín Sabina "Nube negra")

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  6. Esto, gracias a Dios (si es que me está permitido decirlo en un pueblo como el mio) esto no sucede en Humilladero tanto como en Antequera. Decía en su particular carta, calco de la de todos los años "unas fiestas para que sean bonitas no tienen porque ser caras, con iniciativas e ilusión es suficiente", bien. Lo mismo de todos los años. Eso sí al menos la nuestra está en el pueblo. Es una feria mucho más cercana y menos "prefabricada" como bien decía Adela.

    Sólo destacar, que me ha sorprendido un poco que no hablases de los numerosos altercados que tienen lugar, porque hay gente que confunde fiesta con borrachera, o con pelea.
    Aquí, tenemos la suerte de que son casos aislados y normalmente la gente no es del pueblo.

    Un saludo.

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  7. Muchas cosas han dejado de celebrarse, Basilio. Tal vez porque no se aman. Por ejemplo, el día del santo de cada uno. Otras se celebran sin ser amadas, como muchos bautizos y bodas (y, en mi caso, ferias donde-Cristo-dio-las-tres-voces). Con la variante, estas dos últimos, de que pueden no amarse y celebrarse pero de mentirijillas, como las actuales bodas sin casorio y bautizos sin bautismo (y casi sin niño o catecúmeno). Ya hay días festivos que no lo son (como en muchos corte-inglés), días laborables que tampoco (para los cuatro millones de parados españoles), etc., etc. O sea, que el que haya una feria que a mí no me guste... es que ni se nota vaya. Por eso sigue.

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  9. Cecilio, ni yo, ni (que yo sepa) los medios de comunicación antequeranos, incluido el boca a boca o el rumor callejero, nos hemos enterado de que haya habido altercados en nuestra real feria. Tal vez han sido tan "ligth" que no han llegado a nuestros siempre atentos oídos. Cosa lógica, por otra parte, teniendo en cuenta las infinitas leguas que separan el paraíiiiiiiso feriaaaaaaal (¿notas el eco en la lejanía?) de cualquier otro lugar del casco y la periferia. Volviendo a los altercados o similares, quizás hemos tenido este año la suerte de coincidr en fechas con otros pueblos y ciudades cercanas, cosa que ha favorecido sin duda el reparto y distribución del personal a ese menester dedicado. Por último, tomo nota de la simbiosis pueblo-feria en tu ciudad, a la que -signo de evolución, el progreso..., dirán algunos, "¡qué moennos!"- se ha renunciado aquí.

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