(continuación del post anterior)
7. Nihilismo sin tragedia. No solo se
considera que “las convicciones firmes, que dieron seguridad y razones para
vivir a generaciones pasadas, han desaparecido para siempre, sino que se acepta
el hecho sin derramar una sola lágrima” (p. 168). Como forma del pensamiento
“débil”, esta actitud tiene dos ventajas: una, el que poco apuesta, poco pierde
(p. 169); dos, la tolerancia con quienes piensan de otra manera. Una tolerancia
que es más bien indiferencia mutua: “vivir y dejar vivir” (p. 173).
8. El individuo fragmentado. Al pensar y
actuar, el postmoderno “obedece a lógicas múltiples y contradictorias” […].
Sometido a una avalancha de información y estímulos difíciles de estructurar
[…], opta por un vagabundeo incierto de unas ideas a otras […]. No tiene
certezas absolutas, nada le sorprende, sus opiniones son susceptibles de
modificaciones rápidas” (p. 170). También en sus relaciones “renuncia a los
compromisos profundos. La meta es sentirse independiente afectivamente, no
sentirse vulnerable” (p. 171). El sexo ocasional es buena muestra de ello. “Una
sociedad verdaderamente postmoderna es la constituida por infinitas
microcolectividades heterogéneas entre sí” (p. 172).
9. El retorno de los brujos. Crecen el
esoterismo, las ciencias ocultas, los astrólogos, las sectas… “Es una sociedad
peligrosamente frustrada, que se está volviendo cada vez más receptiva a las
soluciones carismáticas, mesiánicas y fanáticas” (p. 175). También se da el
retorno de Dios, pero “un Dios no demasiado exigente” (p. 176). El hombre
postmoderno “prepara él mismo su cóctel religioso”, tan incoherente y
fragmentario como el mismo pensamiento. Es una religión “confortable” (p. 177).
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En el siguiente capítulo, el último del libro, el autor
realiza un “balance” de la postmodernidad. Como en todos los apartados donde
evalúa, adopta una óptica católica, pues el fin es eminentemente pastoral
(conocer al hombre de hoy para proporcionarle el alimento religioso que más y
mejor lo nutra).
Al margen de esos pasajes valorativos, opinables, discutibles, claro está, creo que consigue trazar
una buena panorámica de la mentalidad "moderna" y "postmoderna", que han caracterizado el modo de pensar y ser desde el siglo XVIII en los países dominados por la
cultura occidental.