viernes, 16 de marzo de 2012

LA POSTMODERNIDAD (y II)


(continuación del post anterior)

    7.  Nihilismo sin tragedia. No solo se considera que “las convicciones firmes, que dieron seguridad y razones para vivir a generaciones pasadas, han desaparecido para siempre, sino que se acepta el hecho sin derramar una sola lágrima” (p. 168). Como forma del pensamiento “débil”, esta actitud tiene dos ventajas: una, el que poco apuesta, poco pierde (p. 169); dos, la tolerancia con quienes piensan de otra manera. Una tolerancia que es más bien indiferencia mutua: “vivir y dejar vivir” (p. 173).
    8.  El individuo fragmentado. Al pensar y actuar, el postmoderno “obedece a lógicas múltiples y contradictorias” […]. Sometido a una avalancha de información y estímulos difíciles de estructurar […], opta por un vagabundeo incierto de unas ideas a otras […]. No tiene certezas absolutas, nada le sorprende, sus opiniones son susceptibles de modificaciones rápidas” (p. 170). También en sus relaciones “renuncia a los compromisos profundos. La meta es sentirse independiente afectivamente, no sentirse vulnerable” (p. 171). El sexo ocasional es buena muestra de ello. “Una sociedad verdaderamente postmoderna es la constituida por infinitas microcolectividades heterogéneas entre sí” (p. 172).
    9.  El retorno de los brujos. Crecen el esoterismo, las ciencias ocultas, los astrólogos, las sectas… “Es una sociedad peligrosamente frustrada, que se está volviendo cada vez más receptiva a las soluciones carismáticas, mesiánicas y fanáticas” (p. 175). También se da el retorno de Dios, pero “un Dios no demasiado exigente” (p. 176). El hombre postmoderno “prepara él mismo su cóctel religioso”, tan incoherente y fragmentario como el mismo pensamiento. Es una religión “confortable” (p. 177).

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               En el siguiente capítulo, el último del libro, el autor realiza un “balance” de la postmodernidad. Como en todos los apartados donde evalúa, adopta una óptica católica, pues el fin es eminentemente pastoral (conocer al hombre de hoy para proporcionarle el alimento religioso que más y mejor lo nutra). 

               Al margen de esos pasajes valorativos, opinables, discutibles, claro está, creo que consigue trazar una buena panorámica de la mentalidad "moderna" y "postmoderna", que han caracterizado el modo de pensar y ser desde el siglo XVIII en los países dominados por la cultura occidental.

3 comentarios:

  1. Te copio aquí un "post" que publiqué hace tiempo y que creo que viene al caso:

    ¿SE PUEDE SER OTRA COSA QUE POSMODERNO?

    Escribo posmoderno y quisiera escribir postmoderno, pero la posmodernidad me obliga a suprimir la letra t.

    ¿La conciencia histórica obliga a ser posmoderno, o es la falta de ella aquello que obliga?

    Algunas personas creen que no hay nada fundamental que añadir a la historia, como si hubiera terminado. Esta fe no es más que una mentira basada en la falta (por aparentemente innecesario) de enfrentamiento con la naturaleza. Queda todo por crear, como siempre ha ocurrido, como les sucedía a nuestros antepasados más remotos. Nuestro aparente conocimiento de lo que ellos poseían y les faltaba es la falacia con cuyos hilos se teje el traje nuevo del emperador, o sobre la que se edifica la pretendida arquitectura inexistente.

    El maremagnum (¿batiburrillo desordenado, el gran mar en nuestra madre lengua o centro de ocio en el puerto de Barcelona?) de informaciones, fundamentalmente visuales, en el que estamos inmersos aboca a resultados irreflexivos con apariencia de interesantes, y afectados de intranscendencia.

    Postmodernidad (con t): apariencia, intranscendencia, no reconocimiento de la muerte. Apariencia de superación de la mortalidad e inútil temor que se reconoce como indestructible ante ella.

    Muchas gracias y saludos.

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  2. Elefante, muchas gracias por visitar el blog y el texto. Con otro estilo, das fe del posmodernismo también. Me quedo con esta frase: "Postmodernidad (con t): apariencia, intranscendencia, no reconocimiento de la muerte". Seguramente por mi edad, me he bajado del tren antes de llegar a la estación de la pm. Entiendo que tú te ves en ella y sabes de lo que hablas. Yo solo reproduzco lecturas. Bueno, aquí tienes tu casa. Hasta otro día. Ahora voy a ver tu "Elefante Blanco". Ya me verás por allí.

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