domingo, 30 de julio de 2023

REPARTO DE ESCAÑOS I

 



Pocos españoles, y pocas veces, se interesan por el Senado. Salvo en contadísimas ocasiones, la cámara alta no ocupa lugar tampoco en los medios de comunicación, tan solo se da información a raíz de las elecciones generales, donde se votan los candidatos a senadores. De forma excepcional, obtuvo protagonismo político y mediático hace unos años, cuando aprobó la aplicación del artículo 155, que supuso la suspensión de la Autonomía Catalana en 2017. Esta acción corresponde en exclusiva al Senado, que tiene una consideración de órgano de representación territorial. Pocas más funciones de verdadera trascendencia posee en el momento actual y desde sus inicios.

Para la legislatura que comenzará en agosto, cuando se constituyan las dos cámaras, el Senado tendrá 208 miembros elegidos y 57 designados por las autonomías, 265 en total; la mayoría absoluta será de 105. La distribución por partidos de los senadores elegidos será esta, considerando solo las dos formaciones principales:

120  PP  (34% del total de votos)
  72  PSOE  (32,5% del total de votos)

Así pues, la mayoría absoluta la detentará el PP incluso sin la suma de los senadores por designación. De todos modos, los senadores del PSOE nombrados serán también menos, ya que el PP, solo o en coalición, tiene mayoría en casi todas las autonomías. En el Senado, pues, el triunfo de este partido en las elecciones del 23 de julio ha sido rotundo.

Pero, para hilar más fino, comparemos las cifras del Senado con estas otras, resultantes en el Congreso:

136  PP  (33,05% del total de votos)
122  PSOE  (31,7% del total de votos)

¿No choca un tanto que, con porcentajes de votos ciudadanos casi idénticos, la asignación de escaños difiera con tanta claridad en una y otra cámaras? Así, mientras en el Senado los escaños del PP superan el 57% del total de senadores elegidos y los del PSOE están en el 35%, en el Congreso los números son bien diferentes: PP  38,9%  y  PSOE 34,9%. Es decir, si en el Senado la distancia en términos porcentuales entre los dos partidos es de 22 puntos, en el Congreso es solo de 4. No hay duda de que son datos objetivos y oficiales, pero que causan bastante extrañeza. Y dan que pensar.

No es necesario indagar mucho para dar con la causa: en uno de los dos ámbitos de representación, Congreso o Senado, se aplica un mecanismo cernedor, es decir, un filtro que origina esa diferencia. Dicho sistema no es otro que la llamada Ley d’Hont, que opera sobre las cifras del Congreso, haciendo que la distancia entre PP y PSOE no se corresponda con la que se evidencia en el Senado, donde no se aplica. Dicho de otro modo, el partido ganador recaba menos porcentaje de congresistas que de senadores, mientras que con el segundo ocurre al revés.

¿Es justa esta medida? Desde luego, legal es, desde que rige la democracia en España. No se puede negar, sin embargo, que choca bastante. Solo en una de las dos cámaras de representación, el Senado, el deseo y la voluntad que la ciudadanía muestra al votar («lo que la gente ha votado de verdad», podría decirse) se respetan con pulcritud, sin que medie fórmula matemática alguna de carácter «corrector» (hay quien la considera «falseadora», «deformante»), cosa que sí ocurre en el Congreso, órgano no obstante mucho más decisivo en el orden político que el Senado.

En alguna de las legislaturas primeras de nuestra democracia se discutió bastante sobre esta norma, que, para más inri, sobrevalora los votos que se dan a los partidos minoritarios, es decir, que tan solo se presentan en un número de provincias muy limitado; suelen ser los partidos regionalistas o independentistas. Remito para el tema a este excelente artículo de G. Albiac: Gabriel Albiac | Tareas inaplazables (eldebate.com). Creo, con este autor, que es hora de poner sobre la mesa de nuevo aquella discusión, seguramente abandonada a causa de ciertas compensaciones que los grandes partidos y los partidos pequeños se intercambian sin pudor y sin reparo a que se dé el caso (puede que cercano) de que una formación casi insignificante, separatista además, tenga en su mano decidir quién gobierna en España.  

 

Claudio Repellón

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