Hoy, esta mañana, ha sido uno de los pocos días en que he
quitado la radio a mitad del programa informativo que normalmente escucho. Un
programa de los que suelen realizar ahora desde muy temprano y que incluye no
solo noticias, sino también comentarios y tertulia. No he podido soportar más,
me he venido abajo. Le he dado al power
entre hastiado y deprimido. Me sentía ya
harto de tan machacona repetición del mismo tema, la economía de nuestro país;
cuestión que va camino de alcanzar en frecuencia a otras dos, reiteradas hasta
la saciedad: la mentira y la corrupción, de las cuales acusan ininterrumpidamente
unos políticos a los del bando contrario. Estoy hasta la coronilla (diría, si
tuviera aún coronilla), de déficit,
recesión, prima de riesgo, mercados, etc., etc. , de que “Fulano no dice la
verdad y lo sabe” o de que “Zutano y Perengano están metidos hasta el cuello en
una operación de trinque”…, de oír todo esto una y otra vez, y luego otra vez y
otra vez… sin parar.
Todo
cansa y algunas cosas, más. Como estas, por ejemplo, de las que no solo se
habla sin parar, sino que siempre se dice casi lo mismo: que van fatal, cada
día peor. Lo quel da lugar al desánimo, al agobio, a la desesperación… Es como
si te recordaran cada minuto que estás al borde del precipicio, en la punta más
alta de un acantilado, dentro de un avión averiado que desciende sin control…,
a punto de caer y estrellarte.
http://www.lastfm.es/group/GD+Game+Threads/ forum/211572/_/660789/1 |
La radio, así, no es buena compañía. Con ese tono dramático y ese aire lúgubre, ya
no comunica, sino zarandea, empuja, tortura, amenaza. No quiero más
información, no quiero más actualidad de tal signo. Prefiero algo más asequible
a un nivel de resistencia a la angustia medio, como es el mío, creo. Quiero
salir de esta especie de cámara de gas donde me ahogaré si no abro alguna
ventana por donde respirar oxígeno, aunque sea de mala calidad. Prefiero que,
en estos momentos de postración nacional, me hablen de realidades tal vez menos
trascendentes, menos decisivas, pero más consoladoras, más sedantes: la iglesia
que han restaurado en Segovia, las victorias del equipo de fútbol femenino de
Nosedonde, la cazuela de calabacín con chistorra que cocinan en el chiringuito
Equis de Santoña, el traje de comunión del vigésimo hijo de Julio Iglesias,
etc., etc. Sugiero que, al menos,
combinen el condimento dulce con el agrio y alrededor del duro hueso encontremos
los oyentes un poco de jugosa carne. O
que, cuando haya que tratar de lo desagradable, se exprese con los términos
menos descarnados posible. O que encarezcan lo bueno que también ocurre en la
economía y en la política.
A
mucha gente no nos interesan demasiado los temas frívolos, más bien poco,
poquísimo. Si los pedimos y atendemos a
ellos, es por exclusión, para no dejar hueco a los otros , funestos, mejor
dicho, al insistente dale que dale de
los otros. Y porque podemos… manejarlos, criticarlos, poner de vuelta y media a los
protagonistas o a los medios que cuentan las historias, o bien alabarlos hasta el
infinito…, sin que pase nada ni quedemos motejados de antipatriotas, de progres
o de carcas… y encima nos surja mala conciencia; y sin que se hunda el mundo
por el simple hecho de que sucedan o dejen de suceder; sin que todo espacio
informativo nos coloque encima la espada de Damocles. No queremos encontrarnos
en situaciones límite cada cuarto de hora.
No voy a
exigir a los medios que sean una feria y que me alegren la vida; pero sí que,
por lo menos, no me la fastidien más de lo que ya está. Que me distraigan un
poco, entre una y otra noticia aciaga, relatada de forma austera; que me hagan
olvidar, mientras salgo a la calle y compruebo, quiera o no quiera, que han
cerrado un comercio más y que sestea en el parque una decena más de jóvenes en
paro. Les haré un ruego general en los términos de una de las conocidas máximas
comunicativas de Grice: llegados al punto fatídico, “sean ustedes todo y sólo
lo informativos que deban ser”. Queremos
estar enterados de lo que pasa, pero no más de la cuenta.
Antes se vivía mejor. Ya apenas recuerdo cuando reinaba el optimismo en la calle y la paz en las casas. Hoy todo es taciturno, los ánimos andan a gatas y sí, muere más gente. Estoy harto yo también de tanta recesión, de abrirle agujeros al cinturón y de vivir preocupado. O le lavamos la cara al teatro, o la función cambia, pero así no. Excelente.
ResponderEliminarPues no sé, pero yo también apago la tele cuando ya estoy harto de la prima de riesgo, ypf o el último recorte. Al día siguiente vuelvo a encenderla. No te apures, siempre está la opción de dar una vuelta de tuerca a la radio, poner otra emisora y escuchar un poco de música, que eso siempre alegra.
ResponderEliminarDe acuerdo, C3C1: "O le lavamos la cara al teatro, o la función cambia, pero así no". Resumes lo que yo pretendía decir. Gracias por tu visita y comentario, siempre tan interesante y agudo.
ResponderEliminarClaro, claro, Soyun. Eso también es una solución. Personalmente, me decanto casi siempre por la música clásica. Es la mejor salida que encuentro. Gracias por tu visita y comentario.
ResponderEliminarComparto totalmente esa reflexión, hasta el punto de que con frecuencia adopto la misma decisión. Y me cuesta hacerlo porque siempre he sido un enamorado de la radio, que siempre me acompaña y de la que no puedo prescindir en determinadas horas del día. Es verdad que los debates se han empobrecido, los discursos son redundantes y obsesivos, los debates pierden calidad e incurren en el tópico. Pero también pìenso que, a pesar de todo, de vez en cuando emerge alguna voz, alguna opinión, algún mensaje que nos reconcilia con ese instrumento indispensable. Un cordial saludo, buen amigo.
ResponderEliminarPuede que seamos legión los que hemos silenciado temporalmente la radio. Gracias por tu visita y comentario, Fernando.
ResponderEliminarEntre la infomanía de mucha gente, y la sobreinformación de los medios, ¿cómo no va a haber cortinas de humo?
ResponderEliminarOLI I7O
¡¡Amigo Oli!! ¡Has vuelto! Bienvenido a casa. Formateé el ordenador y perdí la dirección de tu blog viajero. Hasta donde leí, era "de lujo". Me imagino que ha sido un año inolvidable. ¡Y cuánto me alegro! Muchas gracias por acordarte de este anciano que sigue "ahiqueriendoyover". ¿Desde cuándo estás en la madre patria? Un abrazo.
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