martes, 7 de junio de 2011

LOS NOMBRES DE LA PEREZA

            Tengo comprobado que suele impresionarnos más y despertarnos más la curiosidad lo malo que lo bueno. Si en mi calle aprueba un estudiante la Selectividad, se jubila una vecina o hay una oferta en la ferretería de abajo, nada de eso conmoverá tanto ni ocupará tanto los comentarios y comidillas como el que una adolescente soltera se ha quedado embarazada, que una anciana se ha caído por las escaleras mientras su hijo la esperaba tranquilamente en la calle o que se ha arruinado el dueño del bar de la esquina. Nos entristecen, pero también colman no-se-sabe-qué necesidad oculta de malas noticias, nos proporcionan una evidente fruición, es decir, alimentan nuestro morbo. Tal vez por esa misma razón abundan más, al parecer, en la lengua los sinónimos de palabras con contenido negativo que los de las contrarias. Los términos de mucho uso generan la creación de gran cantidad de sinónimos.
            De esa naturaleza son tres adjetivos que se utilizan en mi pueblo para mencionar al perezoso, flojo, holgazán o vago (y ya he dicho cuatro, antes de hacer explícitos los susodichos adjetivos). Su uso no es general en el castellano y sospecho que incluso se halla restringido a la comarca malagueña donde nací y vivo, o poco más. Son estos: “pellejón”, “costillón” y “zaleón”.


            Se trata de tres aumentativos, aunque ya se sabe que tales sufijaciones, además de incrementar cualitativa o cuantitativamente, añaden en ocasiones un matiz despectivo. Por otra parte, los lexemas del primero y el tercero hacen alusión a la ‘piel’, no tanto humana como animal. “Pellejón” y “zaleón deberían significar, de suyo, ‘piel grande y/o gruesa’. Pero sufren una alteración de origen metafórico, procedente de una visión de la persona perezosa u holgazana como un ser insensible a los factores estimuladores de la actividad, de los cuales la protege el gran canto de su epidermis, convertida en escudo o coraza. De hecho, ambos términos alternan en el mismo ámbito geográfico con la expresión “tener mucho pellejo”, de idéntico significado. El tercer adjetivo parece hacer alusión también a un parapeto contra el que se estrellan las instigaciones exteriores, a las que se hace impune el defendido, en perpetuo estado de reposo.
            La tres palabras presentan, como digo, una carga negativa, cercana a la acusación, la recriminación, la reconvención o el afeamiento. Si le digo a alguien que es un “costillón” o que “tiene mucho pellejo”, estoy echándole en cara un defecto o vicio, una falta, una mala actitud. No obstante, puede que, si efectivamente he dado con un auténtico “zaleón”, mi reprensión le resbale por su salvadora corteza y permanezca él absolutamente imperturbable. 

2 comentarios:

  1. Siempre que paso por aquí aprendo algo. No conocía esos tres adjetivos y la verdad me parecen bastante curiosos, especialmente su significado literal y el cambio metafórico.

    Supongo que a veces soy un poco... "zaleona"
    ¡Un abrazo!

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  2. Jajaja. En ese sentido que he dicho, quizás lo somos todos un poco, Diana. Pero no en otro, que también tiene, de persona descuidada en el vestir, desaliñada e incluso desaseada. Gracias por entrar y bla bla bla.

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