Hay tanta diferencia entre sus dos formas de vestir, que he llegado a la conclusión de que una de ellas es tan falsa como flor de plástico o de papel, o sea, que se trata de un disfraz. Por la mañana lo veo impecablemente trajeado y encorbatado; por la tarde va con vaquero y camisetilla de grandes almacenes. La forma de comportarse, de hablar, de tratarme, también cambia de la mañana a la tarde: más formal, más distante, más protocolaria en horario matutino, y más coloquial, más espontánea y dicharachera en el vespertino. ¿De quién hablo? De un empleado de banco que conozco, con función de jefecillo de… algo, no sé qué. Yo creo que se disfraza para ir al trabajo y para estar, en ropa y conducta, a la altura de lo que exige, o él cree que le exige, el deber; pero no estoy seguro. Puede que sea al contrario.
Existen profesiones que piden una singularísima indumentaria a quienes las desempeñan. Así, los toreros, los militares o agentes de seguridad, los sacerdotes, los sanitarios… En general, no creo que tenga una razón de ser distinta al uniforme de un chófer ministerial por ejemplo, es decir, contribuir a la identificación de quienes la lucen como pertenecientes a un colectivo socio-profesional determinado y mostrar que se hallan ejerciendo o, según suelen decir los policías, que están “de servicio”. Otros quehaceres se corresponden menos con diferencias externas: mecánicos, butaneros, empleados de Correos, etc.: tan solo el color, y quizás un poco original diseño (el conocido “mono” o el “babero”, entre otros), o una reproducción del logo de la empresa, o los dos, funcionan de distintivo. Por lo tanto (¿o debería decir “porque”?), llevan menos a alteraciones en la forma de comportarse dentro del horario laboral o tal vez su trabajo impone un trato con el público menos peculiar...
La pregunta que quiero hacerme, a propósito de las anteriores comprobaciones, es la siguiente: ¿hace el hábito al monje? Sinceramente,creo que, en muchas ocasiones, sí.He oído decir a los aficionados taurinos que un torero “como Dios manda” debe ser torero dentro y fuera de la plaza, principio que corroboran con el ejemplo de diestros cuyos nombres o motes no recuerdo ahora. Estando yo en la mili con el grado de sargento (“Milicias Universitarias”), solíamos juntarnos los no profesionales por las tardes y noches para charlar y divertirnos, mezclándonos sub- y oficiales, ya sin caquis ni estrellas ni galones. Y un día en que nos dirigíamos a un pub céntrico, me espetó el “compañero alférez” (que, por cierto, tenía una titulación académica inferior a la mía): “Bájate y déjame la acera, que yo soy oficial”. Juro (con más sinceridad con la que juré bandera) que no lo dijo en broma. Una última anécdota: ¿por qué creéis que en algunos colegios públicos e institutos se están planteando imponer el uniforme, hasta ahora exclusivo de los privados? Hay maestros y profesores que piensan que no da igual que los niños luzcan ese estilo de ropa en vez del que suelen elegir
individualmente por criterios muypersonales, muy libres, pero poco acordes tal vez con el trabajo escolar y con la actitud correspondiente, e incluso con un mínimo decoro, que nunca -intuyen los promotores- sería tan sólo exterior. Etc.
Toda regla tiene excepciones. No digamos mi teoría, que no pasa de ser una mera suposición basada en un puñado de observaciones. El contraprincipio lo sintetiza un nuevo refrán que, si bien va por otro lado, yo arrimo a mi sardina: “Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”.
Por suerte, la opinión no lleva aún/ya traje de uniforme.
(Imágenes extraídas de http://www.eldiario.net/noticias/2009/2009_07/nt090728/index.html y http://www.yatrabuda.com/)
(Imágenes extraídas de http://www.eldiario.net/noticias/2009/2009_07/nt090728/index.html y http://www.yatrabuda.com/)
Lo único que te pude decir sobre esto es que el pijamita hace al Rato.
ResponderEliminarUn abrazo,
Rato Raro
Depende de la persona. Por mucho que se disfrace, por mucho que presuma, por mucho que trate de disimular, por más que la forma prime sobre el fondo, al final a la persona se la distingue por lo que sea capaz de transmitir con su palabra y con sus hechos. Basta con que abra la boca y exprese una idea, con que manifieste una actitud o una postura ante un hecho concreto, con que se defina ante el reto que se le presenta para calibrar lo que hay de ganga y lo que hay de mena. Por sus obras les conoceréis, decía la doctrina. Todo lo demás son "verduras de las eras", como calificó a lo fugaz el gran Jorge Manrique. Un cordial saludo, amigo.
ResponderEliminarEl uniforme es importantísimo a mi parecer.
ResponderEliminarEs bueno distinguir profesionales y estudiantes.
En seguridad, naturalmente, por el efecto disuasión para unos, y tranquilidad para los más.
Bomberos, médicos, maestros, dependientes, recepcionistas o aparcacoches. El hábito ayuda a desempeñar el rol que cada uno realiza más "seriamente".
Por otro lado, uniformar a los estudiantes evitaría casos de bulling y gamberrismo probablemente. Pero también un gran rechazo social...ya sabes, somos muy progres en el siglo XXI.
Salu2, amigo!
Ya me lo temía, Rato pijamero. Salud(os) ¿o quizás mi despedida debería ser siempre "buenas noches"? Jeje.
ResponderEliminarAsí es, Fernando. Lo que ocurre es que hay algunos que cambian sus hechos y sus palabras, su personalidad en definitiva, en función del porte externo que la profesión le obliga a tener. Como si estuvieran siempre de servicio, vamos. Gracias por tu visita, que recupero, y comentario. Salud(os).
ResponderEliminarToni, me quedo con dos frases de tu comentario, muy buenas: "El hábito ayuda a desempeñar el rol que cada uno realiza más 'seriamente' ". Así es, parece que el uniforme fuera un permanente recordatorio de las obligaciones del uniformado. La otra frase es la segunda de este trocito, la que alude a la progresía: "uniformar a los estudiantes evitaría casos de bulling y gamberrismo probablemente. Pero también un gran rechazo social...ya sabes, somos muy progres en el siglo XXI." Defino al "progre" como un disfrazado con dichos y hechos, generalmente superficiales, que cree la esencia del progresismo; para mí, resulta insoportable, porque es un auténtico hipócrita. Gracias por tu visita y comentario. Salud(os).
ResponderEliminarEs una cuestión compleja porque por un lado el uniforme genera rechazo pero por otro lado nos atrae y nos tranquiliza, especialmente en empleados públicos. No creo que nos gustara ver a un policía municipal sin uniforme, ni a un médico sin su bata y su estetoscopio, o a un director de agencia bancaria o un notario sin chaqueta o corbata... Entendemos que la dignidad de ciertas funciones va unida a un uniforme y lo aceptamos.
ResponderEliminarPienso también en las fiestas patronales y en especial en los sanfermines. A nadie le parece mal que en esos días todos los mozos y mozas vayan vestidos del mismo modo. Se diría que es incluso un orgullo compartido y que distingue a los de dentro de los de fuera. Quizás esta sea la principal función del uniforme: separar a los auténticos de los imitadores o usurpadores al menos a primera vista.
En cuanto al uniforme en los colegios e institutos, sabemos que generaría rechazo entre los alumnos, pero no hace mucho vimos en clase de segundo de bachillerato la película La ola en la que los estudiantes asumen voluntariamente llevar un uniforme para mostrar la cohesión de grupo, y entusiasmó a mis alumnos a los que les hubiera gustado participar en el experimento del profesor.
En todo caso, la moda actúa como una especie de uniforme variado, pero al fin y al cabo, uniforme. Véase: la mayor parte de las chicas llevan botas en invierno y en la primavera, pantaloncitos cortos. En el fondo tampoco queremos diferenciarnos demasiado de los otros, algo sí, pero no esencialmente.
Saludos.
La gente se disfraza no solamente para desempeñar su trabajo, sino también para ir al teatro, a un concierto, a un partido de fútbol, a la playa, a tomar una copa, a un restaurante...
ResponderEliminarEn muchas ocasiones me parece que la gente carece de personalidad suficiente y se enfunda un disfraz que le ayuda a interpretar el rol adecuado a cada ambiente...
Parece que hoy todos quieren ser identificados por sus ropajes.
ResponderEliminarLas tiendas de material deportivo son tiendas de ropa. Así que los cazadores visten de éso, y de igual manera podemos identificar a los que hacen senderismo, o corren o viven deportivamente.
Hay una forma y unos colores propios de los jóvenes de derechas así como una estética de los de izquierdas.
Los del Casino se suelen vestir con colores verdosos. Los de vida religiosa van más pardos o grises.
Los pobres siguen vistiendo de pobres y lo mismo les pasa a los ricos.
Creo que todos, como los camaleones, utilizamos la ropa como arma defensiva u ofensiva.
Amigo Joselu, llevas razón. Me quedo con este último párrafo: "En todo caso, la moda actúa como una especie de uniforme variado, pero al fin y al cabo, uniforme. Véase: la mayor parte de las chicas llevan botas en invierno y en la primavera, pantaloncitos cortos. En el fondo tampoco queremos diferenciarnos demasiado de los otros, algo sí, pero no esencialmente." Recuerdo que, hace años, hablando en clase del tema del uniforme, los chavales (1º del antiguo BUP) rechazaban la idea de que se les impusiera. Yo les dije: "Ya lo lleváis. Mirad debajo de las mesas: todos con vaqueros, niñas y niños". Se quedaban un poco perplejos, como diciendo: entonces... ¿por qué pensamos una cosa y decimos otra? Gracias por tu visita y comentario. Salud(os).
ResponderEliminarAmigo Razones, concluyo de tu comentario que no hay un modo de vestir, entre todos los que adoptamos según las situaciones, que sea más auténtico, es decir, más acorde con nuestra personalidad o nuestro rol principal. Ese es el problema que yo intentaba plantearme en el post: ¿cuál el traje verdadero y cuál es la máscara? Suponía yo (y supongo) que hay uno que trasluce más nuestra identidad que otros. Gracias por tu visita y comentario. Salud(os).
ResponderEliminarAmigo Urpiales, retengo esta frase tuya: "Creo que todos, como los camaleones, utilizamos la ropa como arma defensiva u ofensiva." Y lo hago porque no logro entenderla del todo: ¿de qué nos defiende un modo de vestir o a quién y de qué manera ataca? Gracias por tu visita y comentario. Salud(os).
ResponderEliminarAcertado análisis de una situación cotidana. En algunos casos el hábito sí hace al monje; en otro, no lo tengo tan claro. Me choca que directores presidan Consejos con bermudas (no con pantalón corto).
ResponderEliminarSaludos.
Ese sí que es una mona, Antorelo. Salud(os).
ResponderEliminarMe ha parecido un buen blog. si lo complemente con alguna tienda budista seria lo ideal
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