martes, 5 de agosto de 2025

GESTIONAR

 


Cuántos, después de una etapa de desahogo económico e incluso de disfrute de riqueza, caen en el desorden, comienzan a malgastar hasta el derroche y finalmente dan en la pobreza y tienen que recibir ayuda para cubrir sus necesidades más básicas y elementales. Se trata, en la mayor parte de los casos, de personas a las que les ha sobrevenido de pronto la abundancia, sin buscarla ni esperarla. Así, por ejemplo, jugadores de fútbol o practicantes de cualquier otro deporte de élite, jóvenes que heredan grandes y numerosos bienes o pingües fortunas, artistas y modelos de rápido éxito internacional, etc. Con demasiada frecuencia, el derrumbe va acompañado del consumo de alcohol y drogas. De una feliz y brillante vida social y familiar pasan, con rapidez y sin capacidad de reacción, a la soledad y el olvido. El orden se convierte en caos.

Son varias las causas que los especialistas mencionan para que tan desgraciada mutación acontezca. La juventud con que muchos de estos personajes se ven colmados de tesoros de la noche a la mañana y la consiguiente inmadurez, la escasa preparación cultural y la inexperiencia, el escaso valor que otorgan al dinero o la costumbre de gastar todo lo que llega al bolsillo, poco o mucho, etc. Todo ello se puede resumir en una expresión, con el que los biógrafos suelen calificar el descenso al que me refiero. Se trata de una aseveración del tipo: «No han sabido / querido / podido «gestionar» su vida, su popularidad, su patrimonio…». El verbo «gestionar» creo que es la clave. A estas personas les sobreviene de pronto un alud de dinero, amistades y consejeros, triunfos, abrazos, sexo…, que exceden con mucho lo que era para ellas habituales, solo para cuyo uso y disfrute estaban capacitados. Se sienten desbordados y arrastrados por una corriente mucho más poderosa que sus propias fuerzas. En resumen, gestionan mal su situación y su vida. Por si faltara algo, acostumbra a aparecer un tropel de gente interesada y aprovechada, que les empuja hacia la perdición, atraídos y pendientes únicamente de la ganancia.



Después de aludir a estas personas desgraciadas por no saber administrar o manejar lo que tienen, quiero traer a colación a aquellas que son infelices por sus carencias y limitaciones. Así, los pobres que no tienen para subsistir, los enfermos graves, los disminuidos físicos o psíquicos, los poco dotados intelectual o físicamente, los inhabilitados para una mínima vida social, los despreciados por sus congéneres, los seres a los que persigue sin descanso la mala suerte, etc., etc. Ante ellas me pregunto: ¿Se les debe aplicar también el baremo de la mala gestión? ¿Son como son y están como están por no haber querido / sabido / podido manejar sus privaciones, salir de su circunstancia, nadar contracorriente? Más aún, ¿cómo gestiona un pobre su indigencia, un enfermo su dolencia sin remedio, un repudiado la malquerencia y el olvido…? Mal lo tienen estos individuos que, por no tener, no poseen en muchísimas ocasiones ni la ayuda que para ellos es imprescindible ni siquiera el afán ni el conocimiento del lugar donde buscarla.

Creo que entre los primeros, los prósperos y agraciados, y estos, los desafortunados y desdichados hay una gran diferencia, son polos opuestos, casi ni se pueden comparar. Mientras aquellos tienen en su mano la posibilidad de no deslizarse hacia el averno y sucumbir, porque disfrutan de los medios necesarios para «gestionar» adecuadamente su existencia, estos solamente pueden administrar su desventura y hacerlo, en todo caso, con un único instrumento: el conformismo, la resignación, el aguante. Son doblemente infelices: por estar en una situación denigrante, humillante, y por no tener ni posibilidad ni esperanza de salir de ella.

Producen lástima y mueven a compasión los que desde su nacimiento son seres desterrados de la fortuna, siquiera sea en su más mínima expresión. ¿Tendríamos que brindarle nuestra ayuda? Hasta eso es complicado dentro de la sociedad en que vivimos. ¿Cómo contribuimos de manera apropiada a que un menesteroso que pide limosna o un demente imposibilitado de cuidar de sí mismo gestionen / manejen / administren sus vidas para hacerlas dignas?


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