domingo, 12 de noviembre de 2023

"LEYES" DEL MERCADO

 


El hecho de que no entienda ni una pizca de economía no me impide efectuar una breve reflexión sobre algunas de las acciones en el ámbito del mercado más comunes, con más permanente presencia e incidencia en nuestra vida diaria. Por no saber, no sé ni su nombre, si es que lo tienen, ni se me ocurre cómo denominarlas con un único término, fuera del genérico de «subida de precio» o «encarecimiento»; aunque sería mejor disponer de un vocablo o expresión opuesto a «rebajas». Añado que esas maniobras me resultan absolutamente incomprensibles, por no decir injustas y repudiables. Voy a tratar de explicarme.

Primero voy a referirme a un tipo de subida de precios un poco especial, la que se produce cuando hay mucha demanda y aumenta el consumo. Por ejemplo, en las proximidades de la festividad de Todos los Santos, contigua a la de los Difuntos, cuando muchas personas acuden a limpiar y ornar las lápidas de los nichos y los sepulcros en tierra donde reposan sus seres queridos, he advertido que un producto como las flores, determinados tipos de flores, incrementan su precio de forma ostensible, un 20 o 30 por ciento como mínimo. A la mayoría de los consumidores, casi siempre consumidoras, esto les parecerá normal, simplemente porque es lo acostumbrado, lo habitual, lo de toda la vida, pero no porque se hayan preguntado la razón y hayan encontrado una respuesta lógica, comprensible, un motivo que justifique el fenómeno. Parecida ocurrencia se repite anualmente cuando llega la Navidad:, como accionado por un resorte, asciende el precio de los alimentos propios de esas fechas (marisco, pavo, dulces, licores, champán…), algunos hasta niveles astronómicos, como es el caso de ciertos pescados. ¿Por qué?   

Eso me he preguntado y no he encontrado una respuesta razonable. Seguro que tendría que estudiar y documentarme un poco más sobre el motivo de los vaivenes en el ámbito de la compra-venta. Aunque estoy casi seguro de que no llegarían a convencerme del todo, porque lo que he oído y leído hasta ahora sobre el tema apunta a que sencillamente es una ley del mercado, una forma de preservar el sostenimiento de este mediante una operación compensadora. Es decir, las mencionadas festividades son momentos en que la curva de ganancia ha de elevarse y contrarrestar así los descensos de otras épocas del año no señaladas. No termino de entenderlo, a no ser que se trate de que hay pérdidas continuadas de los vendedores de flores y comidas o bebidas de Pascua, excepto por Difuntos y Navidad, pérdidas equiparables cuantitativamente a las ganancias que proporciona el encarecimiento de las mencionadas festividades. Pero, cualquiera aseguraría que las cosas no son así. Lo que ocurre, es mi opinión, es que los comercios aprovechan las épocas en que los compradores efectúan un aprovisionamiento casi obligatorio en esos momentos (flores o alimentos), para incrementar varios puntos los ingresos habituales durante el resto del año. Se da, sencillamente, un fenómeno de explotación del consumidor en las compras «de temporada». De donde se desprende que soy partidario de que se controle esta especie de desmadre temporal de precios, con la intervención de la inspección en este terreno. Creo que sería mejor que un objeto o producto costara igual todos los meses del año y que los comercios se conformaran, sencillamente, con la considerable crecida de las ventas de determinados productos en determinadas fechas.

Paso a analizar con brevedad otra circunstancia relacionada con lo dicho arriba, a la que creo que merece la pena prestar atención. Estamos acostumbrados a unas subidas periódicas, más aún, frecuentes, de los carburantes, gasolina y gasoil. Siempre se justifica por la subida del precio de los crudos en origen, acordada por la OPEP y similares. Una primera  valoración es muy sencilla y bastante de cajón, y no difiere, además, de la que se oye en la calle: ¿por qué no bajan cuando desciende el precio del petróleo? Pregunta/queja impecable o, como suele decirse, de libro, pecado mortal del mercado cometido por esa ley no escrita. El segundo yerro se comete en espacios más escondidos y de más difícil acceso: si el aumento en las gasolineras es siempre, según dicen, proporcional al encarecimiento en origen, entonces los intermediarios, es decir, las grandes petroleras, nunca pierden, todas las subidas las paga el consumidor de a pie. Como es natural, este abuso lo baso en una hipótesis, una condicional cuya veracidad no he comprobado, pero no me extrañaría llevar razón. Lo mismo podría decir de todos los productos que cuestan más por motivo del encarecimiento del petróleo y de la gasolina o gasoil. Aquí se añade un aspecto más: ¿por qué sube el aceite de un día para otro, como se da, si el total del año estaba producido y embotellado antes de la subida de los carburantes?

Preguntas que dejo en el aire, por si alguien quiere y se atreve a recogerlas y hallar alguna respuesta aceptable (para mí).

2 comentarios:

  1. Gracias por hacer que aprender sea un placer y no una tarea. ¡Estamos agradecidos por eso!

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  2. Gracias a ti por la lectura y el comentario, SpinRider. Seguimos en contacto.

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