miércoles, 30 de enero de 2013

LA CALMA


               Recibo un interesantísimo correo de la Fundación del Español Urgente (FUNDEU) en los siguientes términos: “Se recomienda escribir movimiento por la calma, mejor que movimiento slow, para referirse a esta corriente cultural. El movimiento por la calma surge como reacción contra el ritmo acelerado característico de la sociedad actual y propone hacer un uso consciente del tiempo, disfrutando de cada actividad con la pausa precisa para ello, en lugar de vivir atropelladamente.” Después he leído el mismo texto en forma de mensaje de Facebook.
             
               ¡Genial! Es lo estaba esperando desde hacía décadas, sin creer que existiera una cosa así. ¡Una corriente de pensamiento y una orientación del comportamiento basados en la tranquilidad, el sosiego, la serenidad…! Es lo mío, yo soy de los que viven a cámara lenta para disfrutar de mis acciones, como dice el fragmento citado.


http://es.paperblog.com/elogio-de-la-
lentitud-para-y-no-corras-tanto-1461708/
               Conozco a gente que vive a toda velocidad, que lo hace todo como si siempre fuera a acabársele el tiempo, que corren siempre con el culo a dos manos, como suele decirse. Esos y esas pasan tan rápido por mi vista, que ni siquiera percibo su presencia. La acción rápida, apresurada, es prima hermana de la acción a empellones, porque el objetivo no es la perfección, sino la finalización urgente, la aceleración por sí misma. No importa que, al concluir, sobre  un tiempo que no se sabe en qué emplear. No sé si el ideal de estas personas, que van como una moto de carreras, es vivir la vida en un tris, pero lo parece. ¡Ay, lo que se pierden! Dudo que merezca la pena venir a este mundo para pasar del nacimiento a la muerte, del hoy al mañana, del día a la noche, del aquí al allí… de ese modo, a toda pastilla.

               Mi estilo es otro. El que intuyo en el “movimiento por la calma”. ¡Qué placer darle tiempo al tiempo, regar los quehaceres con el almíbar de la duración sin límite, con la conciencia de cada movimiento, de cada gesto pequeño, de cada impulso emocional, de cada instante…! ¡Qué delicia vivir gota a gota! ¡Qué disfrute afeitarme, ducharme, comer, pasear, leer… sin pensar en cuándo terminaré o cuánto tiempo gastaré en ello! ¡Qué gusto saborear el proceso, sin preocuparme del final! Amo el gerundio: “haciendo”. ¡Fuera el reloj y fuera el horario, la agenda, el almanaque! Y lo que no se haga hoy, se hará mañana, cuando encarte. No es pereza, sino regodeo en la ocupación, estirada como un chicle; es la fruición de la lentitud, de la parsimonia, el arte de la flema.

               Sé de lo que hablo, por eso lo digo. Y lo defiendo, no solo “como reacción contra el ritmo acelerado característico de la sociedad actual”, del que habla FUNDEU. Lo sostengo por principio, por fe, por experiencia. Y lo aconsejo. Sobre todo a quienes, como yo, ya han finalizado su período laboral y disponen de las 24 horas íntegras para sí. Algunos creerán que están perdiendo el tiempo si en toda la mañana solo han hecho un par de cosas. Para mí sería, es, una enorme satisfacción semejante holgura.

               Así que voy volando, eso sí, con tardos, premiosos aletazos, a buscar en Google el reglamento de la filosofía de la calma y el modo de alistarse en ella, para formalizar lo que es en mí vocación, inclinación congénita.

14 comentarios:

  1. Dice Elsa Punset, que el mejor modo de ser feliz es estar concentrado en lo que uno está haciendo. Es completamente cierto. ¿Por qué preocuparse por algo que aun no ha llegado? Como dice mi madre: "cuando lleguemos al río, lo cruzaremos".

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  2. Esas dos mujeres que citas seguro que son o pueden ser del club de la calma. Gracias por tu visita y comentario.

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  3. Yo, por contra, no soy así. Todo he de hacerlo YA, para tachar esa actividad y pasar a otra. Esa constante energía de alguien en acción permanente pienso que es genética y, en cierto modo, siempre me han atraído y he admirado a los flemáticos: seguros y perfeccionistas.

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  4. Eso, carpe. Jeje. Salud(os), Antonio.

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  5. Unknown, gracias por lo que me toca, como flemático que soy. La verdad es que unas situaciones son más propicias para un temperamento y otras para el contrario. Recuerdo un contexto sumamente adverso para mi manera de ser: la mili, donde todo (poco o mucho) se hacía rápidamente. Había compañeros que, siendo así como tú, estaban en su medio. Gracias por tu visita y comentario. Que se repita, jeje.

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  6. Comparto plenamente ese estilo de vida y, en la medida en que puedo y con bastantes años ya a mis espaldas, procuro que forme parte de mi forma de ser habitual. Sólo veo ventajas en ello: evita el estrés, es bueno para la salud, permite apreciar mejor lo que te rodea y, lo que no es menos importante, permite hacer las cosas con más calidad, convencido de que la precipitación lleva con frecuencia al error, a equivocar las soluciones y a desandar el camino recorrido, con la pérdida de tiempo y de energía que ello conlleva. Muy cordialmente, JA-RAMOS

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    1. Gracias por tu visita y comentario. En efecto, hay que "tomarse las cosas con filosofía", como se suele decir. Jeje.

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  7. Estoy totalmente contigo. La holganza es placentera y sin prisas aún lo es más.
    Un abrazo

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    1. Yo no llego a tanto, amigo Antorelo. Me refiero a que no creo ser holgazán. Me contento con poner en mi vida, como en las carreteras, señales de limitación de velocidad. Gracias por tu visita y comentario. Salud(os).

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  8. Estoy contigo en la opción por la vida tranquila, aunque no sabría decirte por qué. ¿La edad? ¿La genética? ¿Una filosofía de vida? Lo analizaré con calma.
    Salud.

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    1. Como podría haber dicho alguien, por ejemplo yo, "la calma es mi paraíso, donde descubro y disfruto de todo deleite". No cambies, amigo Arcadio. Salud(os).

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  9. Pertenezco al grupo de los que van a toda velocidad. Eso no significa que viva en la superficialidad o la liviandad. Se puede ser contemplativo sentado tranquilamente o corriendo por un campo. La vida es un préstamo que debemos devolver con intereses. Hay que quitar espacio al tiempo para devolverlo a la vida. Tomar conciencia del instante. Los "rápidos" admiramos la serenidad de los "lentos". Sin embargo los "lentos" siempre se muestran inquietos ante los "rápidos". (Me voy que tengo que hacer muchas cosas)

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    1. La parsimonia con que algunas personas afrontamos la acción tal vez sea fruto de una incapacidad para afrontarla con más prontitud. Como en tantas cosas, al final se hace virtud de la necesidad. La admiración es mutua, al menos en mi caso, amigo Urpiales. Gracias por tu visita y confesión. Salud(os).

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