.
.
Para vivir sin sufrimiento interior, que es casi siempre peor que el dolor físico, creo que es imprescindible estar en paz consigo mismo. O sea, desterrar las luchas internas, las batallas contra sí mismo, las contradicciones. Me ha asaltado tal reflexión cuando, esta mañana, he oído en la radio a algunos flamantes ministros y ministras hacer sus primeras declaraciones.
Casi siempre, la pregunta inicial versa sobre sus intenciones y objetivos más generales, a lo que suele responder el interrogado con cuatro generalidades vacuas. Bien, es el “protocolo”, como se dice ahora; la costumbre, lo esperable. Sin embargo, hoy algunos de esos recién nombrados lo primero que han tenido que hacer es explicar que la aceptación del cargo ha sido coherente con su línea de pensamiento y actuación sempiterna, que cuadran perfectamente en el ramo, que empuñan la cartera sin que les haga temblar ni les pinche, que están seguros o seguras de que se hallan en su terreno... ¿No es eso ya sintomático, según el dicho tradicional “dime de qué presumes y te diré de qué careces”?
Vaya por delante que yo no dudo de que vayan a ser buenos gestores y vayan a cosechar éxitos en la misión que emprenden. Eso nadie lo sabe, ya se verá. A lo que voy es a otra cosa. Sinceramente, he sentido vergüenza ajena de escuchar al nuevo ministro de Trabajo cómo se compagina su presencia en la pasada huelga general, junto a los sindicatos (que supone, claro está, una postura contraria a la reforma laboral de Corbacho) con la entrada ahora en la dirección de un departamento que tendrá como primera obligación desarrollar la ley de reforma laboral, ya aprobada. Fíjense lo que ha dicho (no son palabras literales, pero casi): estuvo en la huelga junto a los sindicatos por solidaridad con ellos, que son un elemento fundamental del sistema democrático y que están sufriendo demasiados e injustificados (según él) ataques; y no, por solidaridad con los trabajadores ni con la protesta por la ley, con la que “nunca” ha estado en desacuerdo. ¡Tela marinera! Bueno, cada uno se busca la paz consigo mismo como puede.
Porque la señora o señorita Rosa Aguilar la ha perseguido por otro camino. A la pregunta de sus relaciones con el ya omnipotente Rubalcaba, al que hizo objeto de ataques sin cuento y al que fustigó generosamente cuando aquello del GAL, etc., resulta que, lejos de considerarse situada al menos a cierta distancia, debida a un antagonismo ideológico y una ofensiva política muy clara, resulta que entre ellos no hay la más mínima animadversión, dice, y que se van a entender perfectísimamente, porque “son amigos” y siempre lo han sido. A lo que añade la siguiente fundamentación filosófica, a modo de premisa indiscutible: el ámbito de lo personal nunca debe invadirlo la lucha política, por encarnizada que sea. O sea, te pongo a parir en el parlamento o en la tele y luego nos vamos a la taberna a tomarnos unas cañas amigablemente y hablamos de nuestras cosas. ¡Por Dios, por Dios! Pero, ea, ya se hecho la paz interior.
La señorita Trinidad Jiménez no sé lo que ha dicho, ni siquiera si le han sacado a relucir cosillas que la pusieran en apuros. Yo lo haría de la siguiente manera: mire, según mis cálculos, usted sirve tanto para un roto como para un descosido. Lo último que sé es que se ocupaba en el PSOE de cuestiones iberoamericanas, que luego aceptó liderar la sanidad, que luego se propuso (o se dejó proponer) gobernar Madrid y que ahora es la “canciller” española, la jefa de la diplomacia y la voz nacional en el concierto internacional. Oiga, sus conocimientos y su preparación son tan amplios, que no me los creo. Otra frase popular dice “aprendiz de todo, maestro de nada”. ¡Ay, señora Jiménez, la denostada por Guerra, el intelectual del pueblo, el filósofo obrero, qué años más duros, qué martirio este de dedicarse a servir a la Patria, allí donde te requiera!
Otra nueva ministra es Leire Pajín. Aunque su trayectoria (¡tan corta, y ya es ministra!) presenta similitud con la de la señorita Jiménez por lo multidisciplinar, de ella solo diré que se prepare para explicar cómo, en lo más íntimo de su conciencia política y moral, reconcilia la actuación de su mamá en Benidorm y la intachabilidad que es exigible a un alto dirigente, sobre todo si desempeña alto cargo y maneja dineros de todos. Que se prepare un discursillo con el que aparente no sentir en absoluto lucha de contrarios en la profundidad de su corazón.
Tendría que terminar calificando de bastante irrisoria, absurda, la situación y de hueras las acrobacias verbales de estos ministro y ministras; y diciendo que en el pecado llevarán la penitencia. Pero no, voy a concluir minimizando la culpa, al contrastar su conducta con la del jefe, ese que dio hace poco un volantazo a su política económica, puso el coche a marchar en sentido contrario al que llevaba, por mandato internacional, y nos ha querido vender la cabriola como algo necesario y como un supremo esfuerzo, pleno de generosidad y compromiso, para salvar de la debacle al país. O recordando, también, que el tal vez futuro conductor, señor Rajoy, dirigió casi más ministerios de los que en sus tiempos había; al final los perdió todos su partido.
La verdad es que esa actitud de los políticos que resumo en la frase “estar a la orden” (creo que de origen hispanoamericano), me desconcierta y me desasosiega. Y mucho más la pericia, la desenvoltura (¡el descaro!) con que buscan, y quizás consiguen, estar en paz consigo mismos.
Por lo que he leído, te respondo con un dicho que decía mi abuela: "En todas partes se cuecen habas y en mi casa melones".
ResponderEliminarDesde Argentina te leo, y comprendo tu enojo, pero si conocieras a los politicos de mi tierra... los tuyos serían niños de pecho. Los diarios de está mañana cantan las verdades que nuestro gobierno no ve.
mariarosa
Te envío mi agradecimiento por leer este modesto blog (al que te doy la bienvenida, por ser la primera vez que te veo, quizás no la primera que entras). Y mi solidaridad y "condolencia" por tener que estar sufriendo esos dirigentes que ahora tenéis. Cordiales saludos, Maria_rosa.
ResponderEliminar¿No eres demasiado duro con los nuevos ministros? Lo que yo esperaría de ellos es una gestión eficaz. Su coherencia interna, sus problemas de conciencia, no me afectan, incluso creo que no tengo acceso a ella, a su conocimiento, porque lo que conozco es siempre fragmentario, algunas frases o acciones que he de sacar de contexto y unirlas artificiosamente para hacerme una visión de conjunto y que, naturalmente tendrá poco que ver con la realidad.
ResponderEliminarTengo para mí que no hay humano sin contradicciones. Algunas de las mías puedo atisbarlas con una fatigosa reflexión autocrítica, pero seguro que se me escapa lo más gordo. Afortunadamente mi vida no es pública, fuera de los muros de mi casa puedo pasear con la cabeza alta y con la pose de hombre seguro, coherente con mis principios, que no confundo con mis intereses, de una pieza, vamos ¡Acaso no duermo de un tirón!
Creo firmemente que los nuevos ministros no son ni mejores ni peores que el común de los mortales y, bien sea por espíritu de servicio, bien por puro interés personal en su propia carrera, espero que acierten en su gestión y la cosa marche. Con algunos a lo mejor me tomaría unas cañas con gusto, con otros ni hablar, pero eso es secundario ¿A quién le interesa?
Los ministerios no son cargos técnicos, esos están unos escalones por debajo, son políticos. Esta es una cuestión que surge siempre y creo que no merece la pena citar ejemplos, son numerosísimos, de excelentes ministros cuya profesión no tenía nada que ver con su cartera, y a la inversa.
Disculpa esta verborrea y este afán crítico que puede no ser más que puro espíritu de contradicción. Saludos.
Este Gobierno promete mejores buenos ratos que el Sálvame deluxe...jeje.
ResponderEliminarSalu2
Por motivos particulares voy a centrar mi comentario en la nueva titular del ministerio de Sanidad, Igualdad y Políticas (creo que se dice así) Sociales (Ministerio, por cierto, al que el señor presidente del Gobierno, ha dotado de una subsecretaria del más alto nivel, ya que acaba de ser ministra). Ha quedado patente la importancia que el señor presidente concede a la SALUD de los españoles. Por su formación, experiencia profesional y actuaciones anteriores -de todos conocidas- no cabe duda sobre como será la gestión de la nueva ministra. ¿Hace falta esperar a los 100 días de rigor?
ResponderEliminarSaludos.
La clase política se ha convertido hace tiempo en un epifenómeno de la sociedad, en una estructura endogámica, autocomplaciente, cerrada sobre sí misma y en pos de un objetivo obsesivo: el poder a cualquier precio. Esa paz consigo mismo de que hablas no es atributo suyo. La paz se consigue cuando se alcanza el poder o se situa uno en sus aledaños. Chupar rueda, para entendernos. De eso se trata. No hay paz que valga. Las metamorfosis están al orden del día, donde dije digo digo Diego, si ayer te insultaba hoy te amo porque compartimos mesa y micrófonos. Los principios de ayer son hoy antiguallas a olvidar que me estorban los recuerdos. No hay consigo mismo o misma, hay oportunismo, espiritu de medro, complacencia suma con el figureo. Y qué mas da si quien eso practica no tiene ni puta idea de lo que le encomienda. "Lo pintaré de verde" dijo Aguilar megasonriente y con cara de cemento cuando le recuerdan sus proclamas de otrora. Todos cambiamos, dice la moza. Hoy está plenamente identificada con Zapatero, es decir, con la congelación de pensiones y el debilitamiento del estado social. Ha logrado lo que ha querido. Lo de la paz consigo misma se la suda. Pero el figureo lo tiene garantizado, que es lo que importa. Los principios a la cuneta, con tal de que no falte la alcachofa para decir vaguedades que provocan vergüenza ajena.
ResponderEliminarSr. Manero, "así son las cosas" y así las ha contado Ud.
ResponderEliminarUn comentario al artículo de Jaramos muy cruel, no por que lo sea en sí mismo, sino porque refleja desgraciadamente con la verdad los "objetivos" de la clase política de nuestros desamores y decepciones.
Para llorar.
Saludos
Los principios parecen estar reñidos con la política.
ResponderEliminarUn abrazo,
Rato Raro
Entre la visión benevolente de A.R.C. y la durísima diatriba de Fernando Manero hay un casi infinito trecho (tal vez porque se posicionen en diferentes planos, o sea, hablan de cosas distintas). Se dijera que no los ha originado el mismo post. Me satisface que haya ocurrido y que hayan sido instigados por un escrito de este modesto bloguero. Porque me gusta la discusión, el debate, la confrontación… Me aburren los monólogos y creo que pocas veces igualan en sustancia a los diálogos. Entrando en el tema del artículo y los comentarios, por desgracia me hallo más cerca de la catilinaria de Fernando (y del Anónimo y de Rato, que se adhieren a él, explícita o implícitamente), aunque me reconozco un bonachón y me resulta imposible escribir lo que él ha escrito. No porque no haya pensado algo así alguna vez. También sintonizo con Francisco Doña, porque estamos en la misma perspectiva, creo: dejando a un lado la ignorancia en la especialidad del ramo, esta chica es demasiado joven para poseer una preparación suficientemente sólida y madura; tal vez pudiera gestionar una empresita pequeña o mediana, pero poco más, como ha demostrado en su cargo anterior. A todos los lectores os agradezco vuestra amabilidad al acercaros a mi página y a los comentaristas, su generosidad y deferencia. Saludos, amigos.
ResponderEliminarPerdona, Toni, se me olvidaba tu comentario. Lo del "Sálvame..." lo dices por lo tontorrón que es, ¿no?
ResponderEliminar