domingo, 6 de julio de 2008

PINCHAZO EN PALACIO



Eso que ven ahí es un palacio de ferias, de exposiciones, congresos… Conozco el lugar desde que no había ni palacio ni nada: campo abierto. Es decir, cuando era más agradable a la vista el paraje. Porque no me dirán ustedes que mirar esto es una actividad que merezca la pena, que resulte soportable, etc. Es -parece, para ser justo- un montón de latas viejas, sin brillo ni casi color, colocadas siguiendo no sé qué criterio caprichoso (aunque dicen que pretende imitar un barco surcando las olas del mar, ¡!). No creo que deba aludir al dinero que habrá costado el proyecto, la construcción… Ustedes -también contribuyentes- me lo agradecerán.
Pues bien, el destino creo que me tenía preparado un castigo por haber sido malo con la casona desde su inicio, haber despotricado de su arte sin medida ni descanso, etc. Ayer, cuando ya comenzaba a hacer calor y a convertirse en hervidero de coches hacia las playas cercanas la autovía que pasa por delante del horripilante inmueble, una rueda de mi auto reventó o se pinchó… o yo qué sé qué, a la altura del dichoso, diré ya maldito, palacio. Y allí hube de estar casi una hora, se imaginan con qué estado de ánimo, por ese incidente doble: la avería del auto y la proximidad de la maldición arquitectónica, que se colocó a un palmo de mis narices.
Por suerte, sólo fue una hora. Todo no iba a ser malo. La grúa a la que llamé -porque yo poseo un tullimiento en las muñecas que me imposibilita para tareas fuera de las cotidianas de aseo, manutención y tecla- vino al cuarto de hora, aunque el acceso real hasta mi zona de espera fue algo mayor, debido a que eligió una entrada equivocada a la autovía. Además, unos obreros que trabajaban en un viaducto por allí cerca, se acercaron y se apiadaron de mí, tal vez movidos por una doble compasión: el verme soportar la calina y el intentar evitarme lo que ellos llevarían días, incluso meses, aguantando: la proximidad del monstruo con pretensiones palaciegas. ¡Qué buena es la gente! Sólo saben lo que es sufrir quienes, como ellos, padecen; y algunos, como ellos, se dispusieron a hacerme corto y llevadero el penar. Estaban en la faena cuando llegó el chaval de la grúa. Sin tener por qué (¡qué buena es la gente!, repito), metió mano y concluyó el cambio de rueda, relevando así a los operarios, que sentían, a la vez, el impulso samaritano y la obligación de estar en su puesto de trabajo.
Me fui hacia la playa agradecido, muy agradecido. Emocionado. Tan intenso era este sentimiento, ¡que se me había olvidado incluso… ya saben ustedes qué! Buena que es la gente, sí, buena.

2 comentarios:

  1. ¡Ay, los pinchazos!

    Cuando pienso en ellos, no sé identificar bien por qué motivo, se me viene a la cabeza otro aumentativo: "gatillazos".
    Tal vez sea porque ambos ocurren muy de tarde en tarde y te dejan siempre a mitad de camino de conseguir materializar un placer, en tu caso el de disfrutar de un día de playa, en el mío....bueno, mejor ni lo cuento.

    Vivo muy cerca del Palacio de ferias. Dicen que desde un avión se divisa como un barco navegando cerca del río, que supongo debe estar representado por la autovía.
    La verdad es que siempre me llama la atención cuando paso a su vera, la existencia de paneles cristalinos que reflejan las imágenes de los coches haciendo rally en la principal y siempre colapsada arteria de Málaga. Si el pinchazo te pilló en ese trmo de la carretera, tuviste la ocasión de presenciarte, como si del ojo de que todo lo ve del "Gran Hermano" de G. Orwell, a ti mismo con cara de contrariedad y de alegría ante la ayuda filantr´pica de unos congéneres que no te conocían, ¿A que te mueres de ganas de tener esa foto en tu álbum?

    Saludos José Antonio y muchas felicidades por tu idea de disponer de blog propio.
    Ánimo con ella.

    David Sánchez Garrido

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  2. Gracias, David. Creo que sí, que seguiré, porque me gusta esta tarea.
    En cuanto a la foto del reflejo en el palacio..., no se me había ocurrido esa perspectiva. Te la agradezco también. Pero aún no la deseo.
    Y, hablando de deseos, conecto con el gatillazo. Un poco por los pelos, pero sí. Podemos seguir buscando enlaces, seguro que hay miles.

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