Alguna vez en la vida, un hombre tiene que partirle la boca a algún semejante para callársela por siempre jamás o para intentar que no se pase ya nunca más de la raya. Ojalá no fuera así, pero así es. Resulta inevitable. Forma parte de la lucha por la supervivencia, que con toda propiedad se nombra con un término bélico.
Viene este pensamiento a propósito del problema planteado desde ayer en el espacio aéreo civil español. Sale un decreto del Gobierno, los controladores no lo aceptan y dejan de ejercer como signo de reprobación. El forcejeo entre estos profesionales y el ministerio viene desde largo y ayer llegó a su culminación. O ahora o nunca, supongo que pensaron ambas partes. O, dicho más coloquialmente (también por ambas partes), estos no me vacilan a mí. Y se han lanzado a partirse la boca.
Acepto que, como he afirmado, llega un día en que el cuerpo a cuerpo es la única salida. ¿Quiere decir esto que justifique lo que está pasando, que es muy grave y está afectando a tantos miles de personas sin culpa? En absoluto. Pondré un ejemplo cotidiano para explicarme. Vamos a suponer que mi vecino y yo nos llevamos a matar y la cosa pasa ya de castaño oscuro. Tanto él como yo nos hemos hecho el propósito de cortar por lo sano y darnos de ostias, si es preciso. Más vale una vez morado que ciento amarillo. No obstante, los dos estaríamos dispuestos a parlamentar para avenirnos civilizadamente, aunque lo vemos difícil. Hasta aquí, y según el principio de convivencia que he fijado, nada se sale de la normalidad, sea cual sea el final. Incluso sería esperable que, antes o después, llegáramos a las palabras gruesas y a las manos. Lo que nadie aceptaría es que eligiéramos (o no evitáramos) la refriega cuando fuéramos con la familia, es decir, con los niños, la abuela…, y en su presencia lleváramos a cabo un combate que ellos no han buscado y que tan sólo les puede acarrear perjuicios.
Los controladores y el ministro tenían que verse las caras, según el punto al que las cosas estaban llegando antes del decreto. Y se las han visto, pero en el peor momento, en el peor sitio y a la peor hora: cogiendo en medio, entre otros, a decenas de miles de pasajeros que soñaban con sus vacaciones y que, pese a haber pagado ya, nunca disfrutarán. ¿Quién tiene la culpa? De acuerdo con lo que vengo sentando, los dos: el gobierno sabía lo que con toda seguridad ocurriría después del decreto (¿o es que no fue esa la razón de la renuncia de ZP a viajar a América?), pese a lo cual publica el texto legal el día de inicio del puente, cuando más daño hace la reacción de los controladores. Y estos, una vez puestos en el brete, responden a la provocación y se lanzan. Una y otra conducta representan lo contrario de la prudencia y de la sensatez. Se han liado a puñetazos sin mirar que sus sopapos herirían a los más débiles. Es lo contrario también, por supuestísimo, de querer solucionar el conflicto pacíficamente, sin dañarse ni a sí mismos ni a terceros.
El autor del decreto tendría al menos que haber aguardado y, si fuera posible, iniciar conversaciones con anterioridad a su aprobación, sabiendo, como sabía, insisto, que se armaría la marimorena. A su vez, los controladores, pese a todo, deberían haberse contenido y haber dejado su acción extrema, si por otras vías no hubiera solución, para otro momento que no fuera el del puente. Pero no, todo ha sucedido al revés: los dos han sacado sus armas y han abierto fuego (creo que en un alarde, trágico, de chulería).
Ahora reina el caos. La militarización, el cierre del espacio aéreo español, con inmensas repercusiones en el tráfico nacional e internacional… Creo que, además de perder la cordura por buscar el K.O. rápido del contrario en tales circunstancias, tal vez tampoco hayan medido sus fuerzas: por una parte, ¿puede el gobierno empapelar a todos los controladores civiles?, ¿serían suficientes los militares para cubrir tantas horas, diurnas y nocturnas? Y por otra: ¿han previsto los controladores el desprestigio que se han ganado (como efecto bien calculado por el ministro) y las repercusiones laborales que sus actos tendrán, de acuerdo con un decreto que parece redactado “ad hoc”?
No puedo concluir sin expresar mi sentimiento a los afectados, ya que, salvo analizar los hechos aquí, en público, y denunciar las actitudes, otra cosa no me es posible. ¡Qué mala suerte!
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Estoy completamente de acuerdo contigo, amigo jaramos.g.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Siempre nos faltará información para precisar los límites de las responsabilidades respectivas. Caben dos preguntas: ¿aprobó el Gobierno el Decreto cuando tenia noticia previa, y ello motivó el que Zapatero no fuera a Argentina, de que los CA iban a abandonar su actividad de cara al puente, para de esa forma cargarse de razón jurídica y arropar precisamente en el decreto las medidas sancionadoras que finalmente han de ser adoptadas? ¿Porqué los CA han actuado de ese modo a sabiendas de los riesgos que corrían precisamente tras aprobarse el decreto? ¿Se sentían impunes quizá? El Decreto se ha limitado a precisar el cómputo de horas que los CA deben trabajar al año, eliminando de él las que no son efectivas (guardias de espera localizables, permisos, bajas), lo que zanja definitivamente el tema de las horas extraordinarias y que les permitía alcanzar retribuciones escandalosas, las mayores de la UE y con niveles de productividad situados en la mitad de sus colegas comunitarios. Personalmente, en un conflicto de estas características, y viendo cómo han transcurrido las cosas en los últimos meses, mi postura está con el gobierno. De ningún modo se puede utilizar como pretexto o coartada la autonomía del gobierno para promulgar la ley en función del rechazo que pueda provocar en el colectivo afectado. Se trata de una cuestión de poder, y en esta disyuntiva, ante la situación de privilegio cuestionada y chantajista, resulta muy dificil, a mi juicio, no situarse al lado del Estado de derecho. Un cordial saludo, amigo.
ResponderEliminarSr. Jaramos, un artículo objetivo, distante y pulcro. Enhorabuena una vez más.
ResponderEliminarSr. Manero, podríamos sugerirle al Gobierno que aplicara YA el ESTADO DE ALARMA a la grave situación económica de España que tan mal gestionan.
Que haya miles de familias que no tengan ya ni para comer si es una catástrofe. Que algunos de los favorecidos económicos hayan perdido su descansito los días de puentes es una minucia.
Las pistolas en una democracia están mejor guardadas en una vitrina bajo llave.
Saluditos
Gracias por vuestra lectura y comentario, Francisco, Fernando y Anónimo. Fernando, yo estoy de acuerdo con "el fondo" de lo que dices; incluso yo lo expreso en el artículo, cuando digo que a veces son necesarias posturas de fuerza. Lo que critico es el momento elegido por uno y otros, que (como imaginarían ambos contendientes) ha sido el verdadero factor desencadenante de tan grave situación.
ResponderEliminarSr. o Sra. Anonimo: es verdad que un problema, convenientemente amplificado en su expresión mediática, llega a tapar otro u otros mucho más importantes y sangrantes.
Saludos.
Sr. Anónimo. Si lee usted la constitución y el código penal sabrá muy bien en qué circunstancias se contemplan los estados de alarma. La situación económica es catástrofica en España, en Portugal, en Grecia, en Irlanda, en Rumania, en Bulgaria y en muchísimos paises más. Es un problema global que nada tiene que ver con una actitud de sedición como la adoptada por los CA. No se han utilizado las pistolas para detener a nadie, ni menos aún se han disparado. Simplemente se ha aplicado la ley, como hizo Reagan en 1995 cuando USA sufrio un chantanje similar. Cuidado con confundir las cosas. Saludos
ResponderEliminarNo terminé de leer la ultima frase de Anónimo. Calificar a las 300.000 personas que se han quedado colgadas en los aeropuertos, por el chantaje de una banda de señoritos, de "favorecidos económicos que han perdido su descansito" es simple y llanamente una necedad, propia de quien no se ha enterado de nada. Un saludo, José Antonio
ResponderEliminarSr. Manero, ya veo que afirma que el anónimo anterior, es decir, una servidora, no se ha enterado de nada. Y me califica de necia, eso sí, de forma enmascarada. Perdone que le diga que Ud. se aventura en hacer juicios de valor sin base de ningún tipo. ¿No se le ha ocurrido pensar que, tal vez, sepa más de lo que nos vende el Gobierno a través de sus terminales mediáticas?
ResponderEliminarMe decepciona que una persona de su intelecto recurra a la descalificación fácil para salvar los muebles de un gobierno inepto.
P.D. Que yo sepa las pistolas de la UME y de la G.C. no son de plástico, aunque con la situación económica que atraviesa el país, todo es posible en Graná.
Saluditos
Estoy totalmente de acuerdo con el señor Manero: cuando las situaciones se desbordan, los gobiernos -sean del signo que sean- tienen la obligación, con la ley en la mano, de hacer que vuelvan a su cauce. Raeagan despidió y vetó el regreso al puesto de trabajo a más de once mil controladores, por algo sería.
ResponderEliminar¿Quién se va a oponer a eso, Anónimo? Lo único que yo he criticado en mi post es el momento, la oportunidad... elegida por uno para publicar el decreto y por otros para realizar un paro de esas dimensiones y características. Gracias por leer y comentar.
ResponderEliminarA mí me chirría demasiado que un gobierno que accedió al poder hablando de diálogo y talante, sea el primer gobierno "democrático" incapaz de resolver un conflicto utilizando esas vías y tenga que recurrir a las pistolas. y me sigue chirriando que los defensores de esta acción gubernamental utilicen como argumento las medidas tomadas por el conservador Reagan, medidas que, posiblemente, criticaran en su día.
ResponderEliminarAtravesamos una época de papeles cambiados.
Algo huele a podrido y no precisamente en Dinamarca.
Hola, José Antonio, te he enviado un par de correos a tu nueva dirección y me vienen devueltos. Envíame uno a ver qué pasa.
ResponderEliminarMenudo revuelo has formado con lo de los aviones.
El blog está que arde.
Un abrazo
Ok, Antorelo. Así es.
ResponderEliminarPara todos, aquí aparecen unas declaraciones (dramáticas) de algunos controladores. Por si a alguien le interesa:
http://puntoh.ning.com/profiles/blogs/y-que-opinan-los-controladores?xg_source=activity
Saludos.
Ser equidistante no es siempre la mejor opción. Los controladores son trabajadores, aunque sólo sea porque tienen un contrato que les permite cobrar un salario (aunque por lo desaforado deberíamos llamarlo de otro modo) a cambio de la prestación de un servicio, que, por cierto, es vital económica y socialmente, y hasta para la seguridad del país. Hay una legislación laboral que prevé la huelga en caso de conflicto. Ellos no han usado sus prerrogativas como trabajadores (seguramente les producirá urticaria que los llamen así) y se han colocado fuera de la ley, utilizando un procedimiento mafioso. Han preferido actuar como un lobby, y hasta han especulado con cobrarse como pieza de caza, si salían bien las cosas, un ministro, o quizá algo más. A mí sólo me merecen desprecio y espero que caiga sobre ellos la ley con todo su peso.
ResponderEliminarLas cualidades personales del ministro, aunque tú las hayas traído a colación no están en discusión y yo no las voy a discutir. En otro momento es posible, y ¿Quién sabe? hasta puede que estemos de acuerdo.
No me gustan los privilegios; los privilegiados que se creen con derecho a serlo mucho menos.
Ok
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