. Lo que después voy a contar, ocurrido hace unos días (mejor dicho, oído en la radio hace unos días), me ha traído a la memoria una situación antigua. Ambas están relacionadas con internet y, tal como se verá, ambas revelan una misma mentalidad o visión. No es casualidad, por ello, que una me haya llevado a la otra. Empiezo por la anterior en el tiempo.
Eran los días en que el hijo de un amigo estrenaba internet en casa. Vivíamos, y vivimos, su familia y la mía pared con pared. Una tarde, como tantas, me hallaba yo en su piso, no recuerdo por qué razón. El chaval, que tendría unos 11 ó 12 años entonces, me llamó a su habitación para que observara -y me admirara de- su pericia en la navegación por la red y mirase algunas de las páginas que ya tenía como favoritas. Yo le hice el cumplido, en presencia de su madre, que se sumó orgullosa a la escena. Después de unos minutos, no bien había iniciado mi despedida, me preguntó el chaval: 

- ¿Te vas a conectar ahora a Messenger?
- Pues… no sé. Quizás. ¿Por qué?
- Para charlar.
- Para charlar.
La madre, poco ducha aún en las cosas de la red y en las rutinas -o vicios- de los internautas, intervino, ingenuamente sorprendida:
- ¿Para hablar? ¿Y por qué no habláis aquí, cara a cara?
A los dos, al niño y a mí, lo confieso, nos dejó sin saber qué responder. Como al padre en aquel un memorable anuncio publicitario del Atlético de Madrid. En su candidez, llevaba la señora toda la razón. Finalmente, esbocé una sonrisa, me despedí, di media vuelta y me fui. No pude evitar, claro está, que me viniera a la cabeza la expresión “hablar por hablar”, que actualicé así: “internet por internet”, “conectarse porque sí”, etc.
Bien, pues este suceso, que parece una reducción al absurdo del empleo de la técnica (como un fin, y no como un medio), lo he visto casi repetido en una noticia oída la semana pasada: estaban informando en una emisora de que, para la próxima elección a Consejos Escolares, sector padres, los votantes podrían ejercer su derecho a través de la red. Así se ahorrarían molestias, tener que desplazarse…, y todo, incluido el recuento, ganaría en fluidez, etc. Hasta aquí, muy bien. Lo sorprendente es lo que oí después: los padres que tuvieran intención de votar por internet deberían IR AL CENTRO a recoger el correspondiente certificado con las claves acreditativas e identificadoras. O sea, para ahorrarse ir a votar, habría que ir en busca de los papeles. No se necesita más para advertir la paradoja, la contradicción, el absurdo… de nuevo.
“Igualico, igualico” que el crío de mi vecino, que buscaba ante todo estar y que los demás estuviéramos en la red. Pero muy diferente a la vez, porque aquí se trata de adultos, de la Administración Educativa, es decir, la Consejería de Educación, la Junta, los dineros de todos nosotros, los gobernantes que se supone están preparados, son maduros, no nos toman por tontos, por… Se supone.

Una máquina de escribir, unos folios, una caja de papel de calco, (Aquel de carbón que se llamaba Kores)y un libro de actas, eran suficientes para gestionar un centro. Se mandaban cartas, se hacían las listas y poco más.
ResponderEliminarHoy la gestión de un centro necesita de varios ordenadores, cien libros de actas, archivadores de miles de documentos, expedientes, curriculum, etc.
Y sin embargo los niños saben menos, se relacionan menos, conviven mucho peor y entre todos convierten la escuela en un lugar para el papel y la lucha de clases (padres, maestros y alumnos).
De todos modos nunca tiempos pasados fueron mejores. Habrá que ir revisando los actuales y la necesidad de control que los poderes tienen sobre la escuela.
Muchos creen que los ordenadores e internet han contribuido positivamente a... todo. Y no es así. En bastantes ocasiones lo cierto es lo contrario. Además, la "internetación" lleva a la homogeneización, al centralismo, al control desde la Administración, etc. No otra cosa es "Séneca".
ResponderEliminarGracias por entrar, leer y comentar, amigo Urpiales.
Lo defines e interpetas perfectamente, buen amigo. El fetichismo de la tecnología puede llevar al absurdo y a la ineficiencia, que es precisamente lo que las NTIC tratan de evitar. Lejos de aplicar la racionalidad en los procesos, se recurre a la utilización de los nuevos medios sin valorar si ese uso es adecuado o no. Pues de lo que se trata es de sorprender al personal, de demostrar que se está a la última, de presumir de modernidad a tope... para acabar, en suma, haciendo el ridículo.
ResponderEliminarIba a destacar una frase de tu comentario, que resume y aun mejora lo que yo quería decir. Pero no la encuentro, tendría que copiar-pegar todo tu texto. Gracias, amigo Fernando.
ResponderEliminar(Por si sirve, mi nombre es José Antonio, las dos primeras letras de "jaramos", jeje. No tengo especial interés en llevar máscara.)
Tomo buena del nombre. No se me olvidará. Un abrazo
ResponderEliminarDesde todos los ámbitos se apuesta demasiado por la tecnología: Internet se ha convertido en un dios al que casi todo el mundo rinde pleitesía.
ResponderEliminarUn saludo