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Vuelvo hoy a la tecla bloguera, después de unas semanas de descanso, de barbecho. Y lo hago consciente de que no voy a ser muy original en el tema (¡si es que alguna vez lo fui con alguno!). Lo siento, pero un simple vistazo a la calle hoy, que comienza el colegio en Andalucía (supongo que en toda ella), a estas horas de la mañana, en que ya todos los niños de Primaria van con sus cosas en la mochila, lleva a pensar sobre la enseñanza.
“¡No les queda mili!” es lo primero que se me ha venido a la cabeza. He de reconocer que no he podido ser más tópico y simplón, pero ¿para qué disimular la verdad? Sí, les quedan nueve largos meses. A los niños y a los maestros. Más de 250 días.
Ahora van contentos. Los niños, que es a quienes se distingue. Los maestros, no sé, porque no los diferencio por la calle de cualquier otra persona adulta. Contentos los niños sobre todo porque estrenan, creo yo. Estrenan utensilios escolares y estrenan etapa, después del verano y las vacaciones, que ya se hacían largos y pedían un cambio. También estrenan, seguramente, profesores y algún que otro niño o niña que se incorpora al colegio, tal vez africano o de Hispanoamérica, de familia emigrante, o bien que repite curso. Estrenar, cambiar, variar… son verbos que se conjugan con ilusión, con esperanza, con alegría. Después… ya vendrá el tío Paco con la rebaja.
¿Y también por lo que van a aprender? No me cabe duda de que por eso no se sienten muy entusiasmados. Ni se les habrá ocurrido planteárselo. Ahora mismo, los libros de Sociales, de Lenguaje, de Matemáticas… están ahí, en el macuto, cerraditos. O sea, en la posición en la que, para mí, nunca debería estar un libro y, para los escolares, nunca debería abandonar. En cuanto que, mañana sin ir más lejos, se les ocurra decir al maestro o a la seño eso de “Abrid el libro por la página…”, ya la hemos… estropeado. Ya empiezan los resoplidos en las bancas y el tedio en los espíritus. Se me viene a la cabeza aquella escena de la película Rebelión en las aulas 2, en la que el profe, un Sidney Poitier viejo y sabio, coge los libros de texto y los tira a la papelera, mientras se justifica ante la clase, diciendo que en adelante se aprenderá “para la vida”, cosa que no está en esos tomos. O aquella otra de El club de los poetas muertos, en la que Robin Williams, iconoclasta, atrevido, valiente, ordena a los niños que arranquen y tiren la primera hoja del libro de Literatura.
Los niños, los de aquí de la vida real, abrirán sus libros mañana y empezarán a subir una cuesta de nueve meses, página a página. Algunos se quedarán a mitad de camino, otros llegarán justitos… Todos iniciarán el ascenso junto a sus maestros, que también notarán el sudor en la frente y el dolor en las rodillas o en la espalda. Es difícil enseñar. No menos lo es aprender. Hay muchas cosas en la vida muy difíciles.
Pero hoy es un día para estar (más o menos) contentos. La novedad, el cambio, el reencuentro… es lo que prima. Y lo que se respira en la calle, en la puerta de los colegios. Vivo cerca de uno, por eso lo sé. Bueno, lo sé por más motivos, por más cosas, de las que ya hablaremos…, hoy no, mañana.
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viernes, 10 de septiembre de 2010
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Pues si...pensemos estos dias en las caras de felicidad.
ResponderEliminarDisfrutemos con las mochilas nuevas, batas, plumieres y bocatas en papel de plata...
Mañana, y no hoy, hablaremos del fracaso escolar en España...
Salu2
Lo novedoso es sumamente atrayente porque es ilusionante, más tarde, cuando ha dejado de serlo, queda una realidad bastante distinta.
ResponderEliminarAsí es todo en la vida: el amor, los amigos, el trabajo, el comienzo del curso, etc.
Saludos
Gracias Maestro quién mejor que tú para describir la vuelta al cole.
ResponderEliminarUn abrazo,
Rato
Menos libros y más creatividad en las aulas por favor. Menos mandar escuchar y más mandar hablar. Y menos consumismo de estrenar material nuevo que no es necesario. Y eso de "aprender para la vida", aprendizaje significativo... La obligatoria no debería ser sólo la enseñanza, también el aprendizaje, la equivocación y la investigación. Y que el profesorado imparta un cinco por ciento menos de clases y el 29-S a la huelga que para eso es general.
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