Como en años anteriores, me
informo por La Crónica (nº 860, p.
19) de que “Alameda conmemora el 186º
Aniversario de la muerte de José María El Tempranillo con la IV edición de su
Recreación Histórica”, organizada por la Asociación Cultural de Recreaciones
Históricas que lleva su “ilustre” nombre y con la colaboración del Ayuntamiento
de Alameda. José María Hinojosa Cobacho, “El Tempranillo”, aunque nacido en
Jauja, fue muerto a cuchilladas por la Sierra de la Camorra, próxima a Alameda,
población donde está enterrado.
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https://secretolivo.com/index.php/2014/03/07/ jose-maria-el-tempranillo/ |
Durante la segunda mitad del
siglo XIX fueron bastantes los bandoleros que cabalgaron por el campo andaluz,
cuyos nombres, mejor dicho, apodos perduran aún en la memoria popular del
sector social de más edad. Aparte de “El Tempranillo” (cuyo sobrenombre viene
de que a la tierna edad de 17 años ya tenía dos asesinatos en su haber), podemos
citar a José Ulloa “Tragabuches” (de Arcos de la Frontera), Juan José Mingolla
“Pasos Largos” (de El Burgo), Diego Corrientes (de Utrera), Francisco Ríos “El Pernales” (de Estepa), Luis
Muñoz “El Bizco del Borge” (de El Borge), Curro Jiménez (de Cantillana),
superestrella de la tan repuesta serie televisiva, etc., etc. Se citan también
mujeres dedicadas al oficio: así, las que se aprovechaban antiguamente de quienes pretendían
atravesar una solitaria sierra, las “serranas”, como la “Serrana de Tablada”
del famoso poema del Arcipreste de Hita (s. XIV):
Díxome la moza:
«Pariente, mi choça
el que en ella posa
conmigo desposa
e dam’ grand soldada.
«Pariente, mi choça
el que en ella posa
conmigo desposa
e dam’ grand soldada.
En la figura mítica del bandolero
andaluz (o valenciano o catalán o vasco o gallego, toledano…, que en todas partes
los hubo) se encarna, en cierto modo, la imagen del héroe romántico, del que un
poeta español de la época, José de Espronceda, dibujó acertadamente un perfil
esencial, tras el disfraz de pirata, en su famosa “Canción del pirata”:
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.
El bandolero, como el pirata, son
seres antisociales, individualistas, malhechores que se autojustifican con una
moral propia, hacen el mal y a la vez el bien, dando limosnas al pueblo
encubridor, que los ensalza y les sirve de escudo frente a la autoridad y las
fuerzas del orden, de cuya amenaza, persecución o proximidad –como la de las
posibles presas– les informa sin descanso.
Se percibía, en la estimativa
entre simplista e interesada de la gente más humilde, así como,
paradójicamente, en el seno de una cierta élite cultural y artística, como un malo
bueno (o viceversa), cuya existencia y cuya ocupación eran no solo tolerables,
sino incluso imprescindibles; en todo caso, se le revestía de una bizarra
presencia extraordinariamente atrayente. Esto es quizás lo peculiar de tal tipo
de delincuentes en ese período: la impunidad, la admiración. Porque existir han
existido desde épocas antiguas salteadores de caminos y propiedades en bosques
y montañas, forajidos ayudados y encubiertos por quienes se beneficiaban de sus
hechos.
Volviendo a la información
periodística del comienzo, siendo conocedores todos los destinatarios de la
noticia (y por supuesto todos los convocados a la fiesta en la localidad) de la
profesión del personaje homenajeado, podría pensar alguien que la celebración
estriba en recordar gozosamente la muerte liberadora, la anhelada desaparición
de quien asoló los campos andaluces y cometió toda clase de fechorías en el
ejercicio del bandolerismo. Pero no es así, sino todo lo contrario. Sorprendentemente,
se trata de rendir homenaje a su figura, poniendo al pueblo en fiestas durante
los días 20 al 22 de septiembre, programando actos y actividades, exhortando al
regocijo, instando al júbilo…, en recuerdo y honor de tan celebrado bandido. ¿Cómo
es esto posible?, me pregunto yo y se preguntarán otros. ¿Cómo pueden dedicar un fin de semana a
ensalzar orgullosos a un ladrón y asesino, como en otros lugares veneran al
Santo Patrón San Cecilio o a la Virgen de la Esperanza?
Quizás se trate, especulo, de que
son los signos de los tiempos, una corriente actual, palpable, por ejemplo, en
el estrato político, donde hay tantísima gente con una larga mano que acciona
impunemente, a la cual, no obstante, el ciudadano sigue votando e incluso
admirando y tomando como modelo:“Yo haría lo mismo”. O bien, que los alamedanos
se han inventado un señuelo –creo que discutible
al menos, según lo que he expuesto en los párrafos anteriores– para atraer
turistas y visitantes en general que se dejen los cuartos, lo mismo que en
otros pueblos celebran, con mayor ingenio, el Día de la Zanahoria Morá (Cuevas
Bajas, primer domingo de diciembre) o el Día de la Haba (Villanueva de la
Concepción, 27 de abril).
JOSÉ ANTONIO RAMOS